Para los pocos que no lo recuerden, KITT era “el coche fantástico”, el automóvil protagonista de una serie de TV de los años 80 a prueba de balas, que podía conducir solo y hablar y estaba dotado de una extraordinaria inteligencia artificial (que incluía sentido del humor). Era el bólido que a todos nos gustaría tener en el garaje (o mejor aún: que querríamos dejar en la calle para que él solito se buscase un sitio para aparcar).