Una de las estrellas indiscutibles de las pasadas pero aún recientes navidades para todos los amantes de los regalos tecnológicos han sido los ultraportátiles o minipcs. Todos nos hemos sorprendido viendo cómo algún amigo, familiar, pareja o vecino se ha comprado uno (o se lo ha traído Papá Noel o los Reyes Magos, según tradición). Hace apenas unos meses casi nadie sabía lo que eran y hoy están en por todas partes. Incluso los operadores de telefonía los ofrecen como complemento a sus tarifas de conexión a internet móvil y esta tendencia se reforzará aún más a lo largo del recién estrenado 2009.
¿Qué es en definitiva un ultraportátil? Se trata de unos ordenadores portátiles que en teoría tienen una pantalla de menos de 12 pulgadas, deberían pesar alrededor de un kilo y están pensados sobre todo para tareas de ofimática y navegación por internet ya que su procesador (el cerebro con el que hacen todas las operaciones) es relativamente sencillo y no excesivamente rápido. Así como a sus hermanos mayores (los portátiles y fijos) cada vez tienen más y más velocidad y rezuman gigahercios por todos los cores, éstos suponen un salto hacia atrás de varios años en prestaciones pero a cambio de un factor clave: reducción del consumo y, por tanto, que las baterías duren mucho más.
El origen de estos equipos es el siguiente: en el año 2005 se presentó mundialmente el proyecto OLPC. Éste apoya la creación de una fundación para que cada niño del mundo (y en particular del tercer mundo) tenga acceso a un ordenador. OLPC son las siglas de One Laptop per Child, un portátil para cada niño. Este artículo no debe ser la tribuna donde debatir si primero se deben tender líneas de teléfono o llevar agua al tercer mundo, pero lo que está claro es que si no se quiere que haya una brecha digital entre los países, todos los ciudadanos del mundo deberían poder contar con las mismas oportunidades, por lo que me parece una iniciativa excelente. Las características y prestaciones de estos equipos (famosos porque se pueden alimentar vía una manivela por si no hay luz) han ido evolucionando con el paso del tiempo pero en general son equipos muy sencillos, pantalla pequeña, Windows o Linux, poco disco duro y gran eficiencia energética. Ya se comercializan y se venden por parejas (sobre 200US$) según la filosofía “Compra uno, dona uno” aunque sus principales compradores deberían ser los gobiernos. No son ordenadores tal y como los conocemos sino que están bastante limitados y pensados para la educación.
Estos equipos, llamados “el portátil de 100$” dieron origen a que algunos fabricantes convencionales sacasen al mercado equipos más modestos que los que estaban en los estantes de las tiendas y a un precio inferior. Las primeras versiones contaban con el sistema operativo de código abierto Linux y pesaban sobre 1 Kg. Hasta entonces ese peso estaba reservado a equipos de gama alta ultraligeros de más de 3.000€. Se produjo una inversión y esos portátiles comenzaron a verse como una estupenda oportunidad de tener un segundo ordenador por un coste reducido (sobre 300€) y muy fácil de llevar a todas partes (aunque eso sí, sin CD). Cada vez más fabricantes se interesaron por sacar una línea de esas características (y aumentaron sus prestaciones, pasando de discos de pocos “Gigas” a otros de mayor capacidad, incorporando Windows, etc.), y el público los aceptó de muy buen grado, demostrando que realmente para las tareas más habituales, un equipo de hace unos cuantos años es más que suficiente, y si encima es portátil, tiene una batería que dura mucho (en algunos casos hasta 7 horas y en el futuro más), cuesta 300€, tiene wifi e incluso cámara web integrada y es ligerito para llevarlo en la mochila (los más pequeños incluso en el bolsillo) ¿Qué más se puede pedir?
Deja una respuesta