Día tras día vemos cómo nuevos aparatos de última tecnología irrumpen en nuestra vida cotidiana. En muchos casos son versiones mejoradas de algo ya existente y provocan que lo anterior sea desechado o visto como antiguo, con lo que su producción se reduce hasta desaparecer como respuesta a la decreciente demanda.
A todos nos vienen a la mente cientos de ejemplos, por citar algunos tenemos los discos o casetes que fueron sustituidos por los CDs y posteriormente por ficheros en formato MP3 (ó similares) como soportes de música. Del súper8 (y anteriores) se pasó al VHS, DVD y ahora se intenta imponer el Blu-Ray para reproducir vídeos.
La televisión es un invento que, a pesar de su edad, ha sufrido pocos cambios (se pasó del blanco y negro al color y poco más realmente) y ha resistido relativamente bien el paso del tiempo. Sin embargo, últimamente y según las estadísticas, su corona como medio de entretenimiento preferido corre peligro: cada vez se pasa más tiempo en Internet o con el ordenador eligiendo contenidos de nuestro interés, y menos con la TV, en la que somos meros espectadores y nuestras decisiones se limitan a subir y bajar el volumen y cambiar de cadena.
Existen, es cierto, intentos de darle mayor interactividad como el “pay per view” o la TV bajo demanda pero siguen siendo algo minoritario. En los últimos meses asistimos a la aparición (en Estados Unidos) de nuevos servicios para la TV con “pesos pesados” de la industria como protagonistas, por lo que no sería de extrañar que de una manera u otra el inevitable cambio se produzca y se adopte de manera generalizada.
Google lanza Google TV (que incluye un pequeño aparato que conectar a la TV) que permite navegar y ver contenidos de Internet en la “caja tonta” y acceder al nuevo servicio de alquiler de vídeos de Youtube. Apple, tras revolucionar el mundo de la telefonía y de la venta de música, presenta el renovado Apple TV que gracias a distintos acuerdos con las más importantes cadenas de EE.UU. posibilita el alquiler de series y películas de estreno vía Internet desde el salón (también con un dispositivo de reducidas dimensiones que enchufar a la TV). Sony, a través de sus televisores y su PS3, y Amazon entre otros, también se preparan para la difusión de programas a través de la Red de redes, que cada vez se perfila más como el canal por excelencia para la distribución de contenidos en el futuro.
Lo cierto es que razón no les falta: casi nadie quiere un ordenador en la habitación y otro debajo de la TV, tener que sincronizar contenidos, etc. lo ideal es que exista un aparato dedicado que realice estas funciones y sea muy fácil de manejar.
Nos presentan un futuro inmediato (aunque en España todo tarda siempre un poco más) en el que los programas y contenidos llegan a nuestra TV a través de la antena/cable o de Internet. Se acabó tener que ir al videoclub a buscar una película, que esté o no disponible y tener que devolverla pasado el plazo. Todo se hará cómodamente sentado en casa y esperemos que a unos precios competitivos.
En mi opinión y si se lleva a cabo adecuadamente, la TV volverá a ser el centro de entretenimiento unos cuantos años más sin que nadie le haga sombra y se demostrará que Internet y los avances tecnológicos no son enemigos de los artistas y productores, sino todo lo contrario. Es solo cuestión de adaptarse al nuevo medio y no obcecarse en seguir como antaño el mismo patrón de distribución a precios excesivos, que en el caso de la música lleva a pérdidas que tratan de solucionar con diferentes estrategias como el indiscriminado canon.
De momento sobreviven pero los cambios se suceden y en los últimos tiempos podemos ver cómo los abusos de todo tipo (aunque legitimados) salen cada vez antes a la luz y terminan desapareciendo. Adaptarse o morir como hace la TV.
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