Tanto si somos un profesional como si tenemos una empresa, hay que ser conscientes de que vivimos en sociedad y que hay posiblemente muchas otras personas o compañías, según el caso, que hacen lo mismo que nosotros (o algo muy parecido).
Seguro que todos tenemos en mente nombres de profesionales o de marcas que gozan de un gran prestigio en su campo, pero también es posible que conozcamos a otros no tan famosos que ofrecen sus productos o servicios de calidad igual o incluso superior a los primeros. ¿En qué se diferencian? En que los que gozan de una reputación (ya sea buena o mala, por una u otra razón) les diferencia de los demás y los da a conocer.
Por tanto, es importante contar con una marca (idealmente la mejor posible) y promocionarla, ya sea de empresa o personal, pues determinará en gran medida la percepción que otros tienen de nuestro trabajo, en muchos casos incluso independientemente de la calidad de éste.
Desde hace unos años el mundo de las impresoras 3D se ha popularizado. ¿En qué consiste la impresión 3D? La verdad es que es casi magia, pues en esencia crea un objeto real a partir de unos planos en formato electrónico, exactamente igual que se puede generar un documento en una impresora convencional pero con al particularidad de que es en tres dimensiones.
¿Qué se puede imprimir? Pues casi todo…
Desde hace ya bastantes años, esta opción está disponible en el mundo de la industria y otros sectores profesionales, pero los precios de los dispositivos están bajando y ya empiezan a ser asequibles para (casi) todos los bolsillos. Hoy en día ya se pueden encontrar impresoras 3D por unos 1.000 € o menos. Es posible que, además de en entornos profesionales, se empiecen a usar en todos los sectores poco a poco, incluso en casa.
¿Quién no se ha quedado alguna vez sin batería en el móvil en un viaje o evento? Por mucha capacidad que tenga ésta y aunque recurramos a algunos trucos para ahorrar y reducir el consumo al mínimo incluso usando WhatsApp y redes sociales, lo más habitual es que, tras unas horas, ésta se agote y así varias veces en el mismo día incluso.
Hace unas semanas, en un viaje a Madrid a SIMO se me ocurrió una idea bastante sencilla que me permitió utilizar el móvil de manera interrumpida varios días sin miedo a quedarme sin batería combinando dos soluciones que, por separado, no resuelven el problema.
Me explico paso a paso e incluyo un vídeo:
En entornos profesionales pocos programas hay tan utilizados como las aplicaciones ofimáticas. A día de hoy, y ya desde hace muchos años, el “estándar” es Microsoft Office con Word como procesador de textos, Excel como hoja de cálculo y PowerPoint para hacer presentaciones, además de Access y otros incluidos en la suite.
Desde hace unos pocos años, el mundo de la conectividad móvil ha cambiado bastante y los smartphones y tabletas se han popularizado mucho, sustituyendo en muchos casos a los portátiles en los desplazamientos.
Las cuestiones son: ¿la ofimática móvil ha avanzado también a la misma velocidad? ¿Qué apps se pueden utilizar? ¿Son gratis?
Al escribir un contenido, tanto en blogs como en grandes medios o incluso en redes como Facebook, Twitter, etc., es habitual inspirarse, investigar y contrastar información en Internet.
Hoy en día hay muchos y muy buenos blogs de calidad sobre muy diferentes temáticas, superando en ocasiones a publicaciones de gran difusión.
A raíz de unos hechos que me han ocurrido estos días ha me ha recordado lo que ocurrió el pasado, me ha surgido la siguiente reflexión:
¿Cuándo se deberían citar las fuentes? ¿Es un signo de debilidad hacerlo?