¿Qué es un marrón? Seguro que alguna vez los has padecido profesionalmente pero ¿Sabes reconocerlos y cómo evitarlos?
¿Qué tipo de marrones hay (flotante, imprevisto, etc.)? ¿Cúál es el supuesto origen del término? ¿Quiénes son los elementos activos y pasivos que intervienen? ¿Cómo calcular la probabilidad de un marrón y qué propiedades tienen? ¿Qué terminología hay relacionada con el término? ¿Qué leyes de Murphy se aplican a los marrones? ¿Qué modelos matemáticos se aplican? ¿Que leyes físicas están vigentes?
En este artículo figura, con un cierto toque de humor, toda esta información y mucha más para estar al día de esta importante asignatura que siempre tendremos pendiente… y es que como dice uno de los corolarios de Brownzowski:
“Se enmarrona el Rey, se enmarrona el Papa, y de enmarronarse nadie se escapa”
Si quieres ser uno de los que, al menos, lo intenta, sigue leyendo…
Los contenidos sobre la temática de los marrones son:
1. Parte I: conceptos básicos del marrón / cultura general del marrón
2. Sujetos activos y pasivos del marrón
3. Tipos de marrón
4. Terminología de uso corriente
5. Situaciones marroneantes
6. Técnicas de enmarronamiento
7. Expresiones alusivas al marrón
8. Leyes de Murphy adaptadas a los marrones
9. Parte II: estudio profundo del marrón (todo lo que usted quiso saber y nunca LLEGÓ A SOSPECHAR…. del marrón)
10. Modelos físicos del marrón
11. Parte III: cómo defenderse del marrón / guia de supervivencia del browned
12. Cómo estar enmarronado y disfrutarlo
13. Técnicas de autodefensa
14. Reflexión final
Marrón: m. fig. según la RAE: “Situación u obligación molesta, desagradable o embarazosa” (Le ha caído un buen marrón)
Existen las siguientes locuciones con el significado de cargar con la culpa: No voy a comerme yo solo el marrón. Y se aplica también este contexto: Hacer frente a una situación difícil o embarazosa. El nuevo Gobierno tendrá que comerse el marrón.
En resumen: Un marrón (brown) es todo aquel trabajo que nadie desea realizar.
Dependiendo de la situación desde la que se observe, el marrón puede tomar distintas connotaciones:
Es aquella tarea de suma importancia para el desarrollo estratégico de la empresa que ha de ser realizada con el máximo esmero y en el menor plazo posible.
Es el hartarse a currar, normalmente como consecuencia de la última idea genial del jefe, con un trabajo que no suele servir para nada, pero que debería estar listo ayer.
En general, los marrones se reconocen inmediatamente, pero por si el lector es aún novato en estas lides y tiene dificultades en reconocerlos, se dan a continuación algunas pistas:
Los tradicionales marrones se comunican de persona a persona. Cara a cara. Cierto es que con los avances tecnológicos, ya no es tan necesario estar cerca de la persona que lo lanza.
Aunque la experiencia (para el enmarroneador, que se queda sin poder ver la cara del enmarronado) es mucho peor, se pueden destacar los siguientes canales:
Algunos enterados se conforman con explicaciones puramente etimológicas de la voz «marrón».
Según ellos, «marrón», como sinónimo de «lío» o «problema de intensidad variable desde lo grave en adelante», deriva de la jerga del hampa. «Comerse el marrón» sería «ingerir o deglutir hachís (costo, consumao, ful, fulañí, goma de Oklahoma…), en cantidades que podrían ser consideradas como delito, ante una presumible presencia policial, con objeto de hacer desaparecer el corpus delicti».
Como extensión del término, cuando varios miembros de una banda de malhechores son sorprendidos en posesión de dicha sustancia, inevitablemente alguno de ellos (con evidente ánimo de escaqueo) dejaría caer la expresión «Bueno, colegas: ¿a quién le toca comerse el marrón?».
Dicho lo cual, el mejor candidato a «pringao» (dícese del que sufre tendencia browneatérica – vease más adelante) se erigiría como único propietario de la sustancia, y se declararía exclusivo responsable de la deuda que tal delito hace contraer con la sociedad.
Los restantes cómplices, eximidos así de culpa alguna (de facto y de jure) adoptarían posiciones personales que irían desde apreciaciones excluyentes del orden de «Es que fulano siempre ha sido un gilipollas», hasta el envío solidario, al penal que corresponda, de felicitaciones de Navidad o postales bananeras en diversos años sucesivos.
El marrón tiene como principal característica la presencia de numerosos sujetos involucrados en su ciclo de vida y a los que nos referiremos continuamente a lo largo del documento. Lo que sigue es una lista incompleta de los sujetos más comunes implicados:
Los sujetos activos del marrón son los encargados de dirigir los marrones hacia los sujetos pasivos. Dependiendo del organigrama de la empresa, los sujetos activos pueden, a su vez, ser sujetos pasivos de otros.
La siguiente lista describe los cuatro tipos más usuales de sujetos activos, en orden creciente de actividad marronera.
El browner es aquel sujeto que, por las características de su puesto (o de su forma de ser, que hay de todo) asigna marrones a los demás. Cualquier persona que consciente o inconscientemente te suelte un marrón adquiere automáticamente la categoría de browner.
El browner puede asignar marrones de forma esporádica o prolongada en el tiempo. También existen browners que marronean de forma más periódica, pero siempre con un volumen reducido de marrones.
No debe odiarse en exceso al browner, ya que él, a su vez, suele tener otros browners por encima que generan los marrones y él se limita a reasignar (usando una técnica de Brown Throwing, que se verá más adelante).
El brown dispatcher es un tipo especial de browner, cuya función es la asignación periódica y sistemática de marrones.
El brown dispatcher, a veces conocido como Jefe de Proyecto, se caracteriza por sufrir de una personalidad inestable y tornadiza que le hace cambiar de parecer con frecuencia, suprimiendo los marrones asignados y/o reemplazándolos por otros si cabe aún más inútiles.
Los marrones endiñados por un brown dispatcher suelen ser continuos en el tiempo y de duración discreta.
Uno de los rasgos que mejor distinguen a un Dispatcher de un Browner normal y corriente es la forma en que endosa los marrones: El browner se lo curra bastante: te presenta el marrón, negocia (impone) una fecha de finalización, y suele hacer un seguimiento de cómo van las cosas.
El Brown dispatcher no se anda con tantos miramientos: su finalidad es repartir marrones, y como tales los despacha. Su eficiencia en el trabajo se mide en la cantidad de marrones colocados por hora.
Sus tácticas suelen ser claras, directas y demoledoras. La velocidad con que asigna los marrones es tal que el contrario no suele tener tiempo para reaccionar. Es muy dificil conseguir llevarle la contraria en algo, y mucho menos convencerle de que algo se podría hacer mejor de otra manera: él siempre tiene razón.
En general, los Asignadores tratan de afianzar cada vez más su poder. Para ello intentan superarse a sí mismos asignando marrones cada vez mayores y con mayor frecuencia. El fin último de todo Brown dispatcher es llegar a ser un Rei do Marrón. (vease debajo)
Algunos lo consiguen, pero la mayoría caen en el intento y acaban siendo odiados y despreciados tanto por sus antiguos browneds como de los browners que se sirvieron de ellos en el pasado.
Este es el browner supremo. O Rei se caracteriza por la generación de marrones de proporciones titánicas, sencillísimos según él, que deben estar terminados siempre en un tiempo récord.
O Rei suele ocultarse tras una fachada inocente que oculta sus aviesas intenciones. No se sabe de ningún Rei que no se haya dirigido amablemente a sus víctimas antes de enmarronarlas. Se dice de ellos que son lobos con piel de Cordero, en honor a uno de los más famosos Reyes que ha conocido la historia.
Como suele suceder, la inutilidad de los marrones endiñados por un Rei es directamente proporcional al esfuerzo necesario para conseguirlos e inversamente proporcional al tiempo disponible para acabarlos.
Existe una variedad mutante del Rei, de denominación incierta (O Mais Portentouso Enmarronador do Universo Mondo, es la más común) que se caracteriza por ser un híbrido de Rei y Dispatcher. Obviamente, estos sujetos son seres desgraciados (en su doble acepción) ya que todo el mundo rehuye hablar con ellos ante la altísima probabilidad de acabar cubierto de marrones y de los gordos.
Esta es una figura un tanto paradójica dentro de este mundo. Son aquellos personajes que se dedican a llevar al día los marronómetros (ver más adelante) para que los browners o brown dispatchers tengan más fácil la asignación y seguimiento de los marrones.
Hay casos extremos en los que el brown dispatcher llega a delegar totalmente en el assistant, de forma que sea él mismo quien pase lista a los browners de tareas pendientes y por hacer, reportando después a sus superiores.
Son de gran utilidad para todo tipo de browners ya que les evitan tener que estar indagando cómo va la evolución de los marrones asignados, ya que ellos lo investigan, lo organizan y lo dan todo resuelto en un marronómetro actualizado periódicamente.
Los assistant suelen ser browned a su vez, ya que tienen como marrón perpetuo el investigar cómo van los marrones de los demás. Suelen englobarse en departamentos con nombres variopintos como “Control de Producción” o “Seguimiento de Proyectos”
Con el test que viene a continuación podrás determinar el nivel de browner que alcanza tu jefe. Marca con una X cada frase que se pueda aplicar a tu jefe y suma el número de casillas rellenas al final.
Siempre que les sea posible, procura retener a su equipo hasta muy tarde, convencido de que no tienen hogar y siempre le estarán agradecidos por poder encontrar algún lugar donde pasar la noche.
Puntuación:
Los sujetos pasivos son los destinatarios finales del marrón. La característica de sujeto pasivo no debe ser objeto de frustración, ya que existen técnicas que pueden hacer al sujeto pasar de pasivo a activo, como se verá más adelante en este documento.
La siguiente lista describe los seis tipos más usuales de sujetos pasivos, en orden creciente de probabilidad marroneante.
Se denomina browned a todo sujeto al que acaba de caerle encima un marrón.
Todo el mundo es vulnerable a verse enmarronado, (everybody is brownable) por lo que la categoría de browned no es exclusiva de ningún grupo específico.
Como dice uno de los corolarios de Brownzowski:
“Se enmarrona el Rey, se enmarrona el Papa, y de enmarronarse nadie se escapa”.
El brown finder o tontolculo es un tipo especial de sujeto presente en toda empresa al que su especial forma de ser le convierte en candidato especial a comerse marrones.
Se le reconoce fácilmente pues sus frases suelen empezar por entradas como “Yo me ofrezco voluntario” o “Yo te echo una mano”. Esta predisposición a comer marrones les hace ganar muchos amigos, tanto entre los compañeros como entre los jefes; pues ven en él un blanco de descarga inmediato.
Este tipo de individuos, poseen la excepcional cualidad de conseguir autoenmarronarse, aun sin proponérselo. Caracterizados por la mayor desgracia de la Madre Naturaleza: la habilidad para hacer prácticamente cualquier cosa, estos sujetos se ven sometidos, continuamente, a un sin fin de marrones. Son fácilmente identificables por su elevado nivel de auto-browning y, por supuesto, por estar siempre realizando funciones que no son suyas.
Es un sujeto altamente valorado por sus compañeros, siempre y cuando haya algún floating brown de escasa duración, en el cual el desdichado pueda “lucirse”. No es así, en el caso de su jefe, que ve que la actividad del brown finder orienta normalmente a los marrones ajenos, desatendiendo por tanto los propios, asignados por él.
Para evitar convertirse en un buscamarrones, es muy importante que nadie, absolutamente nadie, sospeche de las habilidades que se puedan poseer, ya que en el momento que éstas queden demostradas, se podrá ver una gran nube de marrones alrededor del pobre que, por una vez, accedió a hacer “un pequeño favor”.
El mayor grupo de riesgo, con todos los números de la rifa, suele ser el de los PBCs, ya que en su afán de demostrar su capacidad laboral, pueden acometer tareas fuera de sus competencias, con lo cual, entrarán a formar parte de esta familia de browned.
El Brown Eater es un sujeto desdichado cuya existencia parece girar en torno a la comida de marrones. Morador habitual de la Brown Room (ver más adelante), el comemarrones empieza y acaba su jornada laboral sepultado entre toneladas de papel y agobiado por multitud de marrones, reales o virtuales.
No todos los Brown Eaters consiguen sobrevivir. El camino es largo, duro y erizado de trampas. Sin embargo, aquellos que logran remontar la condición de comemarrones deben ser tratados con suma cautela; esto es así porque el largo periodo de comida marronil afecta severamente a sus cerebros y, desde ese momento, sólo viven para la venganza. Debido a ello, un comemarrones liberado tiende asintóticamente a reciclarse en Brown dispatcher de Primera.
El PBC (siglas de P… Becario de los C…) se encuentra en el escalón más bajo de la escala evolutiva y por tanto carece de derechos pero no de deberes. Estas dos características se combinan de un modo tan perfecto que los browners (de todo tipo) les tienen considerados como comemarrones de primera.
Son limpios, educados, no se quejan, trabajan como cosacos y, en algunos casos, no cobran. No es de extrañar, pues, que las empresas hagan un uso cada vez más extensivo de PBCs.
El PBC, para su desgracia y aprendizaje, no sólo come marrones sino que encima son los de menos categoría. Absorbe incluso los “minimarrones” o “marrones derivados” que son las tareas de chico de los recados del resto de los browned. Estos encargos en su mayoría propios de secretaria de bajo nivel, pero en general ni siquiera éstas los aceptan, ya que saben que siempre se puede confiar en la complacencia, abnegación y trabajo callado del PBC.
El PBC suele acabar de dos formas posibles: contratado por la empresa, con lo cual cambia sus grilletes de hierro por unos de acero inoxidable; o ingresado en el instituto frenopático más próximo, incapaz de aceptar la presión.
Tambien conocido como Eskeiker, o incluso Eskakeitor, este es un sujeto pasivo de marrones, pero especializado en esquivarlos, por lo que se puede considerar casi como activo, por la actividad que desarrolla en el esquive. Es odiado y temido entre sus compañeros, ya que esquiva todos los marrones y acaban cayéndoles a ellos. Toda su actividad se centra en esquivar y no en resolver por lo que se le puede considerar más cercano a un browner que a un browned.
A pesar de intentar no trabajar nunca, son muy apreciados por los jefes, sobre todo si son del tipo O Rei do Marrón, ya que aunque no realizan la tarea, si que consiguen que le caiga a algún compañero que la saque adelante, con lo que les ahorran trabajo a ellos.
Una cualidad singular de estos sujetos es la capacidad de apuntarse méritos y recibir medallas de cosas en las que no ha tenido ninguna participación, para mayor enfado de sus compañeros.
Esta clase de sujeto suele estar mal visto incluso entre los propios browned, que piensan que se dedica entrometerse en sus asuntos, pero la realidad es que no aparecen hasta que las cosas están marrones de verdad.
Suelen llegar cuando el nivel de marrones, o la dificultad para resolverlos, es tal que es imposible deshacerse de ellos por los procedimientos normales. En esos casos, y como situación desesperada, se recurre al freelance, que no es otra cosa que un especialista en acabar con marrones extremos.
Su trabajo es muy importante, ya que suelen librar de muchos marrones a los empleados, y actuando como auténticos “Brown searchers”. Si el trabajo es para ayer en la empresa, para el Freelance siempre es antes de ayer.
A continuación, y para aclarar un poco, si cabe, el papel y puesto de cada uno de los sujetos antes mencionados, se incluye un esquema jerárquico (en algunas esferas llamado organigrama) al que se suele denominar Brownigrama. En este gráfico se ilustran las relaciones típicas existentes en cualquier empresa u organización.
Observando detenidamente el gráfico pueden sacarse algunas conclusiones, que ayudarán a entender la estructura y funcionamiento del sistema:
Contrariamente a lo que pueda pensarse, el marrón no es un objeto claramente definido. Existen varios tipos de marrón y conocerlos ayuda a delimitar con claridad la actitud a tomar ante la inminencia o hecho consumado de una comida de marrón.
Es un marrón que sobrevuela las cabezas de sus posibles destinatarios sin decidir sobre quién caer ni en qué momento hacerlo.
Este marrón tiene la característica de que es conocido con antelación, lo cual posibilita la adopción de medidas preventivas por parte de los candidatos a browned. La táctica más conocida es contraer una repentina enfermedad que impide al browned acudir a la oficina durante una semana o dos. Sin embargo, está técnica es ampliamente conocida por los browners y no se recomienda.
Otras tácticas más útiles suelen ser autoasignarse marrones inexistentes y mucho más urgentes encargados por falsos browners que impiden la asignación del floating brown. No obstante, ¡cuidado! ya que esta técnica ha demostrado en ocasiones ser un arma de doble filo.
Este es el marrón que nadie se espera. Se trata de la modalidad más corriente de marrón ya que si los marrones estuvieran previstos sería mucho más fácil esquivarlos.
Se trata de un marrón que cae sobre uno de repente, sin previo aviso, de tal forma que cuando uno quiere darse ya está enmarronado y ni siquiera ha tenido tiempo de abrir la boca.
Esta es una modalidad del unexpected brown con agravantes, ya que en este caso el tiempo de respuesta del sujeto pasivo es superior al tiempo de dispatching del browner, con lo cual el marrón casi siempre consigue alcanzar su total plenitud.
Se recomienda un gran entrenamiento para este tipo de marrones, ya que, al ser altamente inesperados, sólo el tiempo de reacción y capacidad de réplica (o labia) del sujeto pasivo pueden lograr esquivarlo.
Este es el tipo más fatídico de marrón ya que, como su propio nombre indica, posee unas características que convierten al sujeto pasivo en el receptor idóneo para el mismo; debido a ello no importará el volumen previo de marrones adquiridos o los llantos, pataletas y/o blasfemias del enmarronado: el brown entrará hasta la bola sobre el desdichado browned.
Este es un tipo de marrón que evoluciona en el tiempo, de tal manera que, aunque inicialmente se planteó de una determinada manera, acaba convirtiéndose en la cosa más insospechada, generando toneladas de basura por el camino.
También entran en esta categoría aquellos marrones reconocidos como tales pero que aparentemente están bien dimensionados en tiempo, lo que permite respirar un poco; pero que, sin embargo, escasos minutos después eclosionan ante llamadas del tipo de la siguiente:
– ¿Tienes ya ese encargo?
– Ah, pero, ¿lo querías ya?
– Claro, ¡si tengo la reunión a las seis!
Este es el marrón de tu vida, el que te dejará indefectible marcado a sangre y fuego para siempre. Los marrones pata negra suelen ser ilimitados en tamaño pero de duración discreta, lo que agrava aún más sus características, de por sí dañinas.
Como el astuto lector habrá sospechado, los browners que endiñan marrones de este estilo adquieren automáticamente la categoría de Reies do Marrón.
El desafortunado comedor de un marrón pata negra, una vez que haya podido sobrevivir a él, gozará, no obstante, de una gran ventaja sobre sus otros compañeros, y es que acabará tan escocido que será muy difícil para los browners colarle nuevos marrones: las técnicas defensivas del ex-browned habrán mejorado ostensiblemente e incluso pueden tornarse agresivas según los casos.
Este marrón es un caso especial y peligroso que suele desarrollarse en tres fases.
En principio comienza como un encargo, bien sea de tu jefe directo o de un compañero de otro departamento, cuya realización no parece plantear ninguna dificultad. Esta primera impresión constituye el primer error a evitar, ya que, debido a dicha sencillez aparente, el marrón es asumido ingenuamente por el incauto browned. Esta es la Fase de Comida.
Sin embargo, en cuanto uno comienza a trabajar en el asunto se va dando cuenta de que la cosa no es tan sencilla, de que va a llevar bastante más trabajo del esperado, y de que encima se lo hemos prometido para ya mismo al browner. Esta es la Fase de Furia, reconocible porque el sujeto arrejunta las cejas y/o empieza a murmurar (o gritar, según) frases del estilo de: “…si es que soy un gilip…”, o “¡quién c… me mandaría a mí…!”.
No obstante, el daño ya esta hecho y se entra en la Fase de Apagar Fuegos. Sólo caben dos salidas: comerse el marrón entero, la más habitual; o bien marear la perdiz en la medida de lo posible aduciendo imprevistos y dificultades asociadas a la tarea. “No, es que el programa calcula forlayos, pero para obtener filostros hay que modificarlo y eso llevaría un par de días” es una frase muy socorrida en estos casos que no dudamos que el lector sabrá adaptar a su caso concreto.
El más temido y a la vez el más odiado. Es el que te endiñan cuando, al final de la jornada laboral establecida en el convenio (risas), y tras recoger tus cosas para irte a casita, se acerca el jefe (o similar) y pronuncia la siguiente sentencia (algunos la llaman invocación demoníaca): “¿Tienes un momentito?”.
A partir de ese instante, sólo una mente rápida será capaz de inventar una excusa plausible que permita la pronta huida. Es conveniente disponer de un amplio repertorio, ya que el excusarse alegando citas con el dentista o similar una y otra vez puede llegar a despertar el chip de alarma del jefe.
Se trata, como el avezado lector ya habrá supuesto, de una variante del last-time brown con agravantes ya que este es el marrón que por defecto e inevitablemente le caerá a uno un par de días antes de irse de vacaciones (no falla).
En algunos casos este tipo de marrón puede ser fatídico e incluso llegar a motivar el retraso (a veces indefinido) de las vacaciones. No obstante, como hasta los más crueles browners saben: “Las vacaciones son sagradas”, y las posibilidades de lograr un passing brown (ver más abajo) con éxito suelen ser elevadas.
(Dedicado a Robert Bishop, que lo ha sufrido en sus can-nes).
En condiciones normales, el browner, ignora, desconoce, desestima e incluso rehusa la esencia del brown por distintas y numerosas razones. Pero existen casos de browns, en los que el browner, no es que no sepa, desconozca, ignore, etc…. la esencia del brown, es que no vislumbra ni en su mejor sueño de qué trata el brown.
Es en estos casos, cuando el browner hace uso de uno de los browned (normalmente utiliza a los más resolutivos) para que saque adelante un brown auténtico (suelen ser Black Leg Browns).
El proceso consiste en pasar a la víctima una documentación escasa, pobre, e ininteligible para que descifre, planifique y finalmente resuelva el brown en cuestión. Es entonces cuando se habla de Autodetección del Marrón.
Este proceso debe de realizarse con suma delicadeza. Durante el tiempo que dure, puede que el browned quede bloqueado (hanged). Este hecho puede ser totalmente asintomático por lo que el browner debe de estar atento a todo el proceso. También puede manifestarse de muy diversas formas; vista fija e inmóvil en el pseudodocumento entregado, emisión de balbuceos en bajo volumen que pueden tornarse a sollozos, caras desencajadas, juramentos desgarradores (irreproducibles según el libro de estilo de esta redacción), suspensión de toda actividad sexual (si es que la hubiese), sudor frío… Si se llegase a este punto, debe de resetearse al browned.
Para ello, el browner, si desea el éxito, no debe utilizar la formula “Venga déjalo.. es igual, sigue con lo que estuvieras haciendo”. ¡Eso equivaldría a admitir la derrota! El browner utilizará esta otra: “Vete a casa y ven mañana” (los lectores más suspicaces, se habrán percatado del paralelismo existente con las nuevas tecnologías del plajanplei, siguiendo la máxima de que o va a la primera o ya no va a ir nunca).
Esta es la razón, por la que los browners intentan eludir este tipo de browns. Tienen miedo de que algunos de sus mejores brownable-people queden inutilizados durante algunas horas e incluso días. No hay datos oficiales pero hay quien ha llegado a asegurar que en algunos casos los daños producidos por este proceso son irreversibles.
No obstante, si el browned consigue completar el proceso y salir adelante, le queda la insatisfacción de haber conseguido algo que nadie le va a reconocer, ya que sólo él puede saber lo que ha tenido que hacer para sacar esto adelante, puesto que los demás browned se limitan a presenciar ajenos a todo, la secuencia antes descrita, y el browner por su lado, bastante tiene el pobre (fíjate) con resetear al browned si fuera necesario.
He aquí pues, una versión agresiva de Brown, con la salvedad de que no sólo es temida por los browned, si no que también siembra el pánico entre los más aguerridos browners.
Otra de las variantes en las que podría englobarse el tipo anterior, podría ser el de Marrones Sonda. En el fondo, todos y cada uno de los marrones, podrían calificarse como sonda, aunque hay casos muy claros en los que se esta dando un auténtico Probe Brown, al igual que hay otros casos que no se podrían calificar de tales, como es el caso de los Marrones Fulminantes (Flashing Browns).
Es ciertamente difícil describir con precisión las características de este tipo de browns, ya que como hemos dicho, casi la totalidad de los browns, tienen algo de sonda. Pero si hay un detalle claro y evidente, ese es el comienzo de un Sonda: “Oye mira es que el tema ese de …..” – “No, no, si ya…” – “Mira oye, fíjate un momento en esto….” -”Oye te has dado cuenta de esto…… es que quizás se podría hacer esto otro si…..”. El browner, deja caer en un primer contacto, una serie de frases comprometedoras, esperando que en cualquier momento, el browned (inocente de él) le de alguna contestación al respecto.
Esto se conoce como sondeo del marrón. Se deja caer con suavidad como flotando, como si en realidad no fuera un brown, a ver que pasa, a ver si cuela, a ver si suena la flauta. ¡Punto fundamental este! Es necesario hacerse el sueco con naturalidad; de no ser así, el browner asignará el marrón con el agravante de recochineo (esto puede reconocerse por las risas retorcidas que dejará escapar al volver a su puesto).
En estos casos, los browner, tienen un comportamiento ciertamente tierno cual corderos camino del matadero; pero lo que ignoran los browned susceptibles de convertirse en víctimas (evidentemente los mas talludos no caerán en este truco) es que detrás de esta fachada se puede esconder el marrón de su vida (o el que acabe con ésta).
Se han dado anécdotas, como la acaecida en una pequeña empresa de cuyo nombre no quiero acordarme, en la cual casi la totalidad de los browned, fueron dados de baja, quedando unos pocos, y siendo todos estos unos browned ya quemados, endurecidos, y con una larga lista de browns marcados a sangre y fuego en sus rostros (todos ellos “pata negra”, claro está). Esta circunstancia, hizo que los browns, o eran tales, o no había nada que hacer. Es decir, o el browner entraba a saco a por el browned (haciéndolo unavoidable) o que si quieres arroz, Catalina, Evidentemente, en esta situación los marrones sonda no tienen razón de ser, porque si a algún browner se le ocurriese soltar una sonda, tendría las mismas posibilidades de volver a verla, que de volver a ver el Halley. Quizás su segunda o tercera generación pudiera tener noticias de aquella.
Esta es una variedad muy frecuente de marrón, cuyos destinatarios son aquellas personas que han abandonado su antigua empresa para pasar a otra. Los marrones póstumos se manifiestan ante llamadas de antiguos compañeros o jefes quienes, tras unos minutos de animada charla, soltarán alguna frase del estilo de “Por cierto, ¿te acuerdas de aquel trabajo que hiciste?… Es que nos ha surgido una necesidad que… Es que aquí nadie lo conoce muy bien… ¿no podrías tú pasarte un día por aquí y le echas un vistazo…?”
Lo que comienza siendo una visita de cortesía para revisar unos papeles o algo de código puede convertirse en un genuino marrón que dure varios días, con el agravante de que durante ese tiempo deberá seguirse atendiendo al trabajo propio. Por fortuna, estos marrones suelen ser sencillos de esquivar aduciendo el alto volumen de marrones actuales en la propia empresa que reducen el tiempo libre a casi cero. Por supuesto, es condición sine qua non para poder esquivar un marrón póstumo el no haber mencionado jamás en una conversación anterior con los presuntos browners el que en el trabajo actual estamos mucho mejor y más tranquilos que antes, ya que en tal caso no colará la excusa.
Las nuevas tecnologías, tal y como se describía antes, lejos de facilitar la vida al ser humano, han conseguido ampliar el radio de acción de los browners hasta límites insospechados por la generación anterior. Así, ahora es posible comerse un marrón incluso cuando uno está fuera de la oficina ¡o incluso de vacaciones! A este tipo de marrón se le denomina marrón remoto.
En efecto: el uso cotidiano y hasta masivo de nuevos medios de comunicación hace que los browners puedan buscarnos hasta debajo de las piedras con un alto índice de probabilidad de encontrarnos. Existen diversas modalidades de marrón remoto, de las cuales las más comunes son:
Estos marrones son más terribles que la media, ya que al no proceder directamente del jefe (no le vemos) uno no se cuenta de lo que se le viene encima hasta que descuelga el teléfono o abre el correo.
Sin embargo, la misma técnica proporciona soluciones a este problema:
Si el teléfono está conectado a una centralita digital y posee display, o bien si es un móvil, cabe la posibilidad de ver la identidad del llamante antes de descolgar el teléfono, impidiendo así, o al menos retrasando, la endiñada marronera (“¿Cómo? ¿Qué me has estado llamando? ¡Qué raro! ¡Si aquí no ha sonado!”). Si el teléfono no cumple estos requisitos (o incluso, a veces, aún cumpliéndolos) no hay nada que hacer.
En lo referente a los e-browns y m-browns, es fundamental comprobar el remitente del mail para no abrirlo. Sin embargo aquí existen tres contramedidas por parte del browner: usar una cuenta ajena, ocultar el remitente (sólo para browners tipo hacker – que por fortuna escasean) o poner acuse de recibo al mail, en cuyo caso no valen las excusas tan trilladas de que “¿Cómo? ¡Si a mí no me ha llegado ningún mail!”.
También ojo a las conversaciones por WhatsApp y las confirmaciones de lectura (lo mismo para otros sistemas equivalentes).
Hemos detectado que hay dos acepciones distintas para este término, que resulta muy socorrido.
Este es el marrón que por esos extraños caprichos de la vida ha quedado congelado y guardado en el baúl de los recuerdos, abandonándose.
Es importante darse cuenta de lo que su nombre indica: está congelado. Así pues es importante lograr que el browner de turno no decida abrir la nevera, ya que los marrones son como la merluza: al descongelarlos saben mucho peor.
Hace referencia a aquellas geniales ideas por las cuales el enmarronado acaba pasando frío. Típicamente se refieren a encargos a realizar saliendo de la oficina y durante épocas invernales. También entran aquí los casos de excursiones a zonas excesivamente nórdicas o al sur.
Es famoso el encargo de la reina de la Gran Bretaña, que enmarronó a un tal capitán Scott a pinchar una banderita en el polo. Aunque se cree que el susodicho quedó helado ante la magnitud del marrón, se ha recurrido a investigadores privados, para localizar al capitán, ante la posibilidad de su huida.
Es cuando verdaderamente la has pringado, cuando no te quedan argumentos de defensa. Has cometido una torpeza tan grande que ni tu madre quiere saber nada de ti, de hecho se ha puesto a favor del jefe. Por tu culpa todos los compañeros de la oficina van a tener que meter horas extras toda la semana, y pasarán meses antes de que vuelvan a pronunciar tu nombre. Te has convertido en el rebotado, el indeseable, tu que creías que te comías el mundo te has quedado como una colilla pisoteada. Estás de marrones hasta las orejas y por mucho que agites la cabeza no consigues despegártelos.
Conviene no confundirlo con el postre que dan en algunos restaurantes de tipo americano. El brownie no esta hecho de chocolate precisamente…
En este caso nos hemos vuelto a encontrar con que el saber popular ha tomado este término para dos acepciones muy distintas (pero igualmente marrones)
El primer caso se da cuando un marrón viene dado cariñosamente, con afecto y buenas maneras, y lo coges pensando en hacerle un favor a la guapa de la oficina, pero para cuando te das cuenta ya es demasiado tarde, tienes salpicones marrones hasta en los puños de la camisa. La muy condenada te ha metido un marrocete y por si fuera poco te mira con cara de picaruela.
También se llama Brownie a la situación por la cual, tras las comidas, el jefe te mira inquisitorialmente comprendiéndose al instante la necesidad de ofrecerse a pagar la cuenta, sabiendo que, de no hacerse, uno se tirará el fin de semana desarrollando el inventario de la oficina.
Es una variante del unavoidable, pero con el agravante de que te cae con periodicidad fija (todos los años, todos los trimestres, cada vez que hay una reunión de dirección…) y encima cuantas más veces lo haces, más cualificado te consideran para ello, con lo cual es muy difícil librarse de él. Con la recursividad se va ahondando en el marrón y, ya que la última vez lo hiciste tan bien, la siguiente te van a pedir que hagas un “poquitín más” que en la anterior, y así sucesivamente.
Ejemplos típicos son la elaboración del Informe Anual (de cualquier tipo, da igual), o las transparencias de Pogüer-point para la presentación que tiene que hacer el jefe en la reunión trimestral.
La única salida es un largo viaje o ausencia durante la época conveniente, para que tengan que buscarte un sustituto, el cual con un poco de suerte heredará el marrón recurrente y se quedará con él hasta que otro venga a liberarle. En estos casos es cuando más hay que vigilar el no hacerse imprescindible, ya que entonces uno nunca podrá quitárselo de encima.
Es un subgénero del marrón pre-vacaciones (pre-holiday brown) pero su carácter más ligero y su menor duración lo hace temible en manos de un browner habilidoso: ¿Quién puede negarse ante la oferta de un estupendo fin de semana en la oficina?
Durante la semana el marrón va tomando forma: al principio es algo inocuo que se empieza a gestar el lunes o martes, pero es el viernes después de comer cuando se presenta con todo su esplendor. En aquellos lugares en los que los viernes la hora oficial de salida es a mediodía, la hora de referencia será un poco antes.
Es entonces cuando el browner inicia una frenética carrera contra reloj buscando un “pringao” a quien adjudicárselo. Para el portador del marrón de fin de semana (“week-end browned”) las consecuencias están claras: tiene arruinado el fin de semana con jornadas de trabajo de viernes noche, sábado e incluso domingo.
La mejor técnica para esquivar este tipo de marrón, siempre que uno sea capaz de olerlo, es la de volverse invisible durante la última hora del viernes y salir a toda prisa en cuanto llegue la hora. Es imprescindible no volver la vista atrás por muy claramente que oigamos nuestro nombre, no detenerse y alcanzar la salida de la oficina en el mínimo tiempo posible, ya que, si no, corremos el riesgo de que el browner, que ya debe estar desesperado buscando a quien endiñarle el marrón, nos alcance y derribe en mitad de la huida.
Otro tipo de táctica consiste en congelarlo durante el fin de semana, lo que le quita mucho peligro puesto que es casi asumible durante la semana. En esta situación hay que contar con la desesperación del browner por verlo acabado. Si somos lo suficientemente habilidosos seremos capaces de convencerle de que es mejor hacerlo el lunes a primera hora, que ahora a toda prisa.
Es un subgénero del Week-end Brown, que es usado con gran éxito por algún browner experimentado.
Consiste en que el browner empieza amenazando el viernes a primera hora con un tremendo marrón para el fin de semana, presentándolo como unavoidable. Si el browned entra a trapo, lo que intentará es Como Sea, no venir el sábado, por que estará dispuesto a hacer todo el trabajo que haga falta (hasta altas horas de la madrugada del viernes) para no tener que volver por la oficina.
En estos casos es incluso probable que no se consiga acabar el marrón el viernes, y a pesar de todo se siga teniendo que venir el sábado, con lo que el marrón es redondo.
Contra este marrón sólo cabe recomendar mucha sangre fría y no caer en las trampas del browner. Para ello es importante aprender a distinguir correctamente este marrón del auténtico Week end Brown. Conviene notar en este caso que el marrón surge a primera hora del viernes, y no a última, para permitir la digestión del marrón. Esta característica no es fija, pero nos puede ayudar a diferenciar uno de otro.
Esta delicada situación llega a darse, sobre todo, cuando el browned ha sido “amablemente” obsequiado con un brown de inmejorable calidad.
Cuando el citado browned, lleva una semana lidiando con su marrón, y llegando a casa a las mil y quinientas p.m., su compañero/a sentimental empieza el bombardeo que da inicio al llamado home brown, con frases del tipo: “¡Qué! ¿te queda mucho trabajo?”, “Yo también existo ¿eh?”, o la más célebre: “Oye, tú no tendrás un lío por ahí, ¿verdad?”.
Este tipo de marrón es especialmente peligroso, ya que el agotamiento físico y mental del browned, unido al agravante de nocturnidad de este tipo de marrón, hace que sea muy sencillo para el “home browner” colocarnos el marrón.
Ante esta delicada situación, conviene no pestañear ni balbucear explicaciones que se perderán en el vacío, y mucho menos recurrir a frases como “Ahora estoy muy cansado/a y no estoy en condiciones de discutir eso, así que mañana hablamos” ya que esto provocará una reacción adversa en el browner que hará todo lo posible para no dejarnos dormir (situaciones límite conocidas como sleep at the edge of the bed o I have a terrible headache). Por el contrario, podemos recurrir a frases como “¿Y cómo sé yo que no eres tú quien tiene un lío, estando tanto tiempo solo/a en casa?”.
Un marrón de cualquier tipo pasa a estado sleeping bajo ciertas condiciones, normalmente cuando el browner de turno se presenta con un otro marrón entre manos. Supongamos que el browned intenta desplegar la técnica del passing brown, alegando estar ocupado por el marrón en curso, pero fracasa en el intento. Un browner suficientemente hábil puede hacer que el nuevo marrón adquiera la categoría de unavoidable, y despachar el marrón anterior con una frase del tipo: “Mira; olvida lo que tienes entre manos, que no es tan importante como esto otro”.
Es muy importante notar que el browner usa una frase ambigua y no ha ratificado la cancelación formal del primer marrón, que pasa a estado “durmiente” por tiempo indefinido.
Si se acepta ingenuamente la situación, y se interpreta literalmente la frase “olvida lo que tienes entre manos”, el browned se encontrará tarde o temprano con que el marrón se despierta, normalmente a través de un mensaje del tipo: “Bien… y aquello con lo que estabas trabajando antes, ¿para cuándo va a estar?”.
No debe confundirse el sleeping brown con el marrón glasé. Con éste último existen esperanzas de que no vuelva a aparecer, si se maneja con cuidado. En cambio, el marrón durmiente siempre despierta cuando menos se lo espera, por lo que es mucho más peligroso.
En la sociedad moderna y enmarronada en la que nos ha tocado vivir, esta es la versión actualizada de la espada de Damocles, que amenazaba siempre con caer sobre su cabeza.
Este es un caso extremo del anterior. Se trata de un marrón que fue aparcado en su día por la llegada de otro más urgente, pero que tampoco fue oficialmente cancelado. Sin embargo, al finalizar el siguiente marrón, hubo un pacto de silencio entre el browner y browned, por el que ninguno de los dos se atrevió a mencionarlo. Los dos saben que habría que meterse con él, pero les asusta hacerlo porque implica un montón de tiempo del browned perdido en intentar rescatarlo.
Muchas veces se da el agravante de que ya ha pasado la fecha de caducidad del marrón, pero aun así debería hacerse en algún momento, Es en esos casos cuando el marrón empieza a desprender un desagradable y pútrido olor, y nadie se atreve a acercarse.
Más nos vale no engañarnos: Esto no es lo mismo que un marrón congelado, o incluso durmiente. Cuanto más tiempo pase, peor olerá. Lo mejor es deshacerse de él cuanto antes, y la forma más rápida es arrojarlo a la papelera, con la connivencia del browner de turno.
Es el marrón cuya realización en sí misma no resultaría especialmente desagradable de no imponer el browner un tiempo de ejecución exorbitantemente inferior al medianamente razonable, acabando así con todo tipo de tiempo de ocio y la mayor parte de las horas de sueño del browned.
Este tipo de marrón suele crear adicción en algunos browners, ya que si el browned sobrevive queda rápidamente listo para hacerse cargo de otros marrones, ahorrando así considerable tiempo y fomentando la gestación de nuevos marrones que de otra forma tal vez nunca saldrían a la luz.
Sin embargo, cualquier browner con un poco de experiencia sabe que conviene moderarse en el abuso de esta técnica ya que puede desembocar en un browned totalmente desgastado e inservible.
El marrón no es un objeto aislado. Parte de su idiosincrasia reside en el conjunto de accesorios y/o complementos de que se rodea y que contribuyen a darle carácter. He aquí una lista de terminología corriente, aplicada al marrón.
La más usada. Es el hecho en sí mismo de haberse convertido en receptor de un marrón fresquito. Afortunadamente, el hecho de comerse un marrón no tiene por qué implicar tener que finalizarlo.
Son sinónimos de esta acepción, enmarronarse (To Be Browned) y recibir un marrón (To Get Browned). La frase usualmente empleada por los browners es “Te ha caído un marrón”, lamentablemente intraducible (A Brown has fallen upon you, no es válida).
Es la situación en que, tras esfuerzos heroicos y sobrehumanos, se consigue esquivar el marrón haciendo que este se diluya en la nada.
Esta técnica suele venir acompañada de un ágil movimiento de cadera, del que recibe el nombre. Es conveniente, pues, entrenarse bailando salsa para conseguir un elevado porcentaje de Sucessful dodgings.
Se denomina así al documento (impreso o electrónico) donde se van apuntando los marrones, tanto encargados como planificados.
El marronómetro puede adquirir diversas y variadas formas, recibiendo nombres curiosos según se les iban ocurriendo a sus creadores. Así podemos encontrar el Diagrama de Gantt, el Cuaderno de Carga, etc… Existen, incluso programas informáticos de cuyo nombre no quiero acordarme, destinados a la elaboración con estridentes colorines de marronómetros de pintorescas formas.
En general, el marronómetro sirve para que los Browners tengan apuntadas las fechas previstas de finalización del marrón y, llegado el momento, se sientan en el derecho de exigirlo. El marronómetro es una de las más fuertes medidas de presión psicológica que pueden aplicarse al Browned.
Es normal que en el período de negociación/aceptación del marrón el browned se vea en la necesidad de estimar cuando cree que estará acabado el trabajo. ¡Grave error! En General el browner tomará esta fecha como de compromiso de finalización y no como estimación, con lo cual algo que parecía razonable se acaba convirtiendo en una pesadilla.
Hay que hacer notar que al hacer esta estimación, el browned normalmente considera el tiempo que le llevará acabar ESE marrón, pero no suele tener en cuenta el resto de marrones que le irán cayendo por el camino (Ver Dosificación del Marrón). Además, con la intención de agradar al browner, y desde el desconocimiento inicial del problema, se suele dar una estimación optimista del trabajo, es decir, suponiendo que no habrá contratiempos. ¡Mal otra vez! Nunca hay que olvidar la Ley de Murphy.
También denominada Zona de Alto Riesgo de Marrón, es un lugar donde la probabilidad de comerse un marrón es mucho más elevada de lo normal.
Estas zonas no suelen estar delimitadas físicamente, siendo un conjunto finito (distinto del vacío) de recintos múltiplemente conexos, abiertos o cerrados, entre los cuales no tiene porqué existir una relación causal.
Suelen ser Brown Zones los despachos de los jefes, las zonas colindantes a dichos despachos y aquellos lugares por los que suelen pasar con frecuencia. También pueden incluirse en esta clasificación las zonas frecuentadas por los browners.
Es imprescindible evitar estas zonas en la medida de lo posible, ya que la probabilidad de comerse un marrón es directamente proporcional al tiempo que se pase en ellas.
También conocida en ciertos entornos como staff, es el lugar donde los browners suelen elegir a sus víctimas. Se sabe de empresas que dedican espacios específicos como Brown Rooms. También hay lugares en los que se habilita especialmente una(s) mesa(s) de “n” plazas en las que situar becarios y demás comemarrones de 1ª especie. El número de plazas n depende de los marrones que haya que asignar (… da igual que estén estrechos, … ¡¡mientras curren!!)
También se la puede denominar como La Comuna, por ser un lugar donde se dispone en común de los bienes de producción, a saber: teléfono, fax, lápices, bolígrafos y rotuladores, papel reciclado, y sobre todo, los escasísimos PCs (que suelen ser viejos cacharros que se les han quedado obsoletos a los browners).
Normalmente estas salas están ocupadas por personas inmersas en una febril actividad, enmarronadas hasta las cejas, de tal forma que no es extraño ver esparcidos por la sala paquetes de patatas fritas o cajas de pizza formando altos montones. En algunas Brown Rooms se han llegado a encontrar camastros o catres, pues es sabida la tendencia de los moradores a hacer noche en ellas.
Otra característica de las Brown Rooms es que, al no tener un momento libre en que poder abandonarla, los Brown Eaters que las pueblan suelen ser los candidatos más probables a comerse el siguiente marrón, para su propia desgracia; con lo que abandonar la sala es cada vez más difícil, al entrar en un proceso eternamente recursivo.
Tras muchos años de existencia del marrón, numerosos y prestigiosos investigadores, han hecho públicos sus estudios sobre la terrible enfermedad que afecta a gran número de trabajadores: el síndrome de brown.
Esta enfermedad, es la causante de que determinados trabajadores lleguen a ser autobrowners. Comienza a desarrollarse, sin causa aparente, en el sujeto que muestra gran interés en su trabajo y buena disposición para ayudar a sus compañeros. En esta primera fase, el enfermo muestra una hiperactividad profesional y un entusiasmo tal por el trabajo, que le impiden darse cuenta que, lo que en realidad le ocurre es que está siendo afectado por esta enfermedad.
Cuando el trabajador quiere darse cuenta de lo que le pasa, el progreso de la enfermedad es imparable. Su cara sonriente y sus buenas intenciones y disposición, van dejando paso a un estado de apatía y a un rictus amargo. Al final de esta fase, las facciones del sujeto llegan a ser del tipo “alelao”, y en este momento, su percepción de la realidad varía, empezando a darse cuenta de cuan enfermo se encuentra.
La última y definitiva fase, el browned se siente perseguido y acosado en todo momento, por lo que intenta despachar el mayor número posible de marrones a diestro y siniestro, aunque, para su desgracia, normalmente sin éxito.
Si sobrevive a esta fase y sus jefes deciden rescatarle, se habrá convertido en un browner de primera clase. En caso contrario se convertirá en un browned quemado e inservible, ya que pasará olímpicamente de cualquier tipo de marrón que se le quiera imponer.
En las primeras fases de la enfermedad el tratamiento a seguir consiste en hacerle reaccionar contra la cantidad de marrones que se le viene encima, haciendo que se libre de alguno de ellos.
Si el proceso de la enfermedad es demasiado avanzado es casi imposible recuperar al enfermo, a no ser que sus jefes lo reciclen a browner.
Hasta la fecha, se desconoce si es un virus aerófilo, aunque se sospecha que pudiera residir en los conductos del aire acondicionado de las oficinas. De todas formas, se recomienda a los trabajadores que se mantengan alejados de estos sujetos. Así mismo, se desconoce si tiene carácter hereditario, lo que predispondría a los descendientes de un portador a padecer el mismo mal.
La siguiente lista pretende mostrar algunas de las situaciones más frecuentes relativas a los marrones y su entorno. La lista, aunque exhaustiva, no es completa. Como suele decirse, no están todos los que son, pero si son todos los que están.
Se trata de la técnica básica a través de la cual el browner le cuela un marrón al currito.
Existen varios formatos de throwing. La mayoría de ellos implican rodeos y frases agradables acompañadas de sonrisitas por parte del jefe. Estos suelen ser los marrones más peligrosos: como regla general, desconfía de tu jefe cuando se te acerque con una sonrisa en los labios y/o te invite a café. Otros marrones, sin embargo, se presentan en la forma de ordenes directas del jefe (correspondiendo a la categoría de unavoidable browns) y ante ellos, por regla general, no hay defensa.
Erróneamente denominado por algunos enteradillos como Brainstorming, el Brown Storming es una situación en la que un grupo de sujetos activos y pasivos se reúnen en una sala con la sala intención de soltar paridas y pasar un rato agradable.
El objetivo final del Brown Storming es, sin embargo, mucho más siniestro; ya que los browners presentes recogen las paridas pronunciadas y las retocan convirtiéndolas en ideas geniales, (suyas, por supuesto) que degeneran en multitud de pequeños marrones (o un único marrón king-size) para los browneds presentes o incluso ausentes de la reunión.
El Brown Raining, o lluvia de marrones, es una desagradable situación en la que una gran cantidad de marrones son engendrados sin previo aviso y comienzan a ser repartidos entre la gente por los browners o los dispatchers.
El Brown Raining tiene varias variantes. La más conocida y temida es la eufemísticamente llamada Situación de Emergencia (o “Sálvese quien pueda”) en la que ante la inminencia del cumplimiento de los plazos de un determinado proyecto, las tareas del mismo se subdividen y barajan aleatoriamente y se empiezan a repartir entre la plantilla, independientemente de su nivel de conocimientos o del trabajo que en ese momento estuvieran haciendo. Esta situación convierte automáticamente al despacho y/o departamento en Brown Zone y a sus ocupantes en Brown Eaters.
El Brown Shower es una variante apocalíptica del Brown Raining en la que la lluvia de marrones se concentra sobre un desdichado individuo que la recibe en su gloriosa totalidad.
El sujeto receptor de una ducha de este estilo no es, en rigor, un comemarrones; pero adquiere el titulo a nivel honorario.
Se hace evidente al avezado lector que ha llegado hasta aquí que la vuelta de vacaciones no es precisamente una de las más tranquilas del año.
Suele ser habitual que a la vuelta del merecido descanso se encuentre uno con una auténtica lluvia de marrones, por lo general encima de la mesa, o bien como e-browns. Esto es debido a la confluencia de varias circunstancias:
Se denomina así a aquella situación en la que el jefe, o cualquier otra persona que tenga cierta ascendencia o poder sobre uno (ya sea fáctico, teórico o cualquier combinación de ambos) presiona una y otra vez hasta que consigue colarnos algún marrón.
Los browners que practican estas técnicas suelen reincidir en ellas ya que, por lo general, suelen darles buenos resultados pues al final consiguen endiñar algún marrón cuando alguien no consigue soportar la presión.
Una táctica de pressing muy usada es la de atacar a la víctima por varios frentes a la vez (ya sea entre varios browners, o uno solo), de tal forma que le acaban colando al menos un marrón. A veces estos marrones son, en realidad, señuelos que se utilizan para despistar a la víctima, la cual acaba aceptando el verdadero marrón como mal menor.
Como técnica para evitar comerse un marrón de este tipo conviene siempre fijar al contrario, sin dejarle barajar los marrones; de tal forma que estos se vayan planteando de uno en uno a fin de poderlos esquivar más cómodamente.
Es un acto que se comete en el límite entre la cordura y el estrés galopante. Se da en los casos en que una persona está completamente enmarronada, y por algún capricho del destino recibe un nuevo encargo, sobrepasándose así su capacidad física, emocional y psicológica. El individuo en cuestión entra en este momento en un estado de euforia por desesperación y, mientras se dirige a la brown room convertido en un verdadero comemarrones, va profiriendo chorradas del tipo ‘Quiero a mi mujer’, ‘Mi marido me da placer’, ‘Los niños no dan trabajo’, ‘El jefe me paga bien’ o ‘No tengo todavía nada que hacer de 3 a 4 de la mañana’.
Por aplicación directa de la Ley de Murphy, es seguro que en ese momento se está dando un brown storming, por lo que al entrar en la referida habitación le caen automáticamente tantos marrones como browners haya, multiplicado por el volumen de sus gritos (en decibelios).
Una vez devuelto a la realidad por la conocidísima sensación de enmarronamiento, el brownicida suele quedar con un rictus marronítico (brownitic rictus), quedando paralizado por momentos y dando con sus huesos en el suelo. Los browners suelen entrar en razón en estos casos, exclusivamente para no perder a un valioso trabajador, y ayudan al sujeto a incorporarse al tiempo que le ofrecen tres o cuatro litros de café y le animan con frases como “No te preocupes. Si no puedes acabar el trabajo no nos importa que te quedes aquí fuera de horas de oficina”.
Otro problema añadido al brownicidio es que al darse en situaciones límite, el recuerdo de lo que realmente ha pasado resulta borroso, por lo que el brownicida no puede aprender de la experiencia, lo que no ayuda a librarle de caer en el futuro en otra situación parecida.
En este apartado se pretenden recoger algunas de las tácticas de enmarronamiento más conocidas para que sepamos verlas venir y reaccionar ante ellas.
Esta es una técnica usual entre los browners experimentados y entre los brown dispatchers.
La dosificación se da en varios pasos:
Te llaman a toda prisa y te meten en una reunión de la que tú no sabes nada y con la que no tienes nada que ver. (en el caso peor, la reunión ya estaba comenzada desde mucho antes, y todo el mundo ya se ha puesto de acuerdo en que tú eres el único que puede sacar las castañas del fuego)
Te cuentan una cosa que hay que hacer. En un principio es algo sencillo. Aceptas hacerlo (piensas que no te llevará más de 20 minutos o media hora a lo sumo).
Después, cuando ya no tiene remedio y no puedes dar marcha atrás, te cuentan los detalles y te das cuenta de que te acaban de meter un auténtico marrón. Agravante: Tú mismo has dicho que eso era muy sencillo y lo hacías en un momento.
Conclusión: Te has fijado el plazo de entrega, y además aunque te hartes a currar no te lo van a reconocer (tú mismo has dicho que no te costaba nada)
Además si no eres capaz de resolverlo brevemente, te las dan por todos lados, por inútil.
Este caso es parecido a un progresive browning, ya que se empieza a gestar normalmente con una tarea o actividad que suele ser inofensiva, totalmente inocente.
Es cuando parece que la tarea ha sido terminada y uno se siente eufórico cuando el browner que nos la asignado (y en ese momento nosotros estamos en esa fase de euforia que nos hace tan vulnerables) nos comenta la terrible frase: “pues ya que estás aquí podrías…” “pues ya que has terminado deberías mirarte…” o “pues ya que has aprendido tanto con esto deberías…”
La velocidad y presteza con que suele caer esta frase, da lugar a que realmente se pronuncie como “po-ya-que… ¡… brown!”
Es en ese momento cuando comprendemos la astucia del browner, el cual ha ocultado vilmente una marrón de dimensiones variables con una tarea que no tenía peligro alguno…
En ese caso, lo primero que se nos pasa por la cabeza es la familia del browner. La mejor forma de defensa respecto a esta forma de presión es hacer ver que realmente el marrón anterior no está tan acabado como el browner se cree. Otra forma de esquivarlos es disponer de algunos marrones inexistentes con un horario tal que sólo permita hacer esa primera tarea encubridora. En este caso, se notará la decepción clara y contundente del browner, para darnos pena… pero hay que recordar que “al enemigo ni agua”.
Te dan una tarea inofensiva y, al final, y ya de paso, te dejan algo en la mesa, “que ya me harás cuando tengas tiempo”, que es el auténtico marrón. Tú como un pringado, aceptas los dos si darte cuenta de la categoría del segundo.
Si tiene lugar en una montaña, se podría llamar «Back brown mountain». Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Se llama así al estado durante el que el browned se encuentra en medio de un marrón y no es capaz de divisar su hipotético final.
No es lo mismo “Un bonito marrón” que “Un marrón bonito”. Desgraciadamente, el último caso es muy poco frecuente, ya que todos los marrones, por su propia definición, suelen se bastante feos
Esto no es una película sobre naturaleza y animales de África, sino que es el calificativo que se le suele aplicar a todo brown eater ya que su vida entera acaba siendo de este color.
Esta es la situación en la que uno no tiene más remedio que introducirse en el despacho de jefe, (para entregarle algún informe, para preguntarle algo, etc.) cuando en éste se ciernen nubes de marrón, lo que motiva que la densidad de probabilidad de la nube marronera que pueda flotar en dicho despacho comience a concentrarse sobre uno.
Evidentemente, la aparición en tales circunstancias de un sujeto brownable condensa la nube haciendo que esta descargue. La densidad de la lluvia está en proporción directa a lo espeso del ambiente, pudiendo degenerar en Brown Raining o incluso en Brown Shower (ver arriba).
El meterse en la boca del marrón es una de las características de los Brown Finders, pero hay veces en las que no existe otro remedio. No queda, en tales casos, más que armarse de valor y tirar p’alante.
Esta expresión es muy común entre los browneds, ya que es de todos conocida la afición de los browners a explicar las cosas en una pizarra.
Con las últimas tecnologías, las pizarras de tiza han sido sustituidas por las pizarras blancas para pintar con rotuladores de colores. Esto fascina aún más a los auténticos browners, que ven así realizados todos sus sueños.
Existen otros medios multimedia muy en boga hoy en día. Por suerte o por desgracia, los browners no han superado aún la etapa del rotulador. Deo Gratias.
Es el estar que no sales de un marrón para caer en otro. Es equivalente a “de oca a oca y tiro porque me toca”.
La Ley de Murphy es uno de esos Principios Básicos que rigen el Universo pero que no han conseguido nunca verse reconocidos por la ciencia ortodoxa. ¡Pero sin embargo están ahí!
En el Brown MoU Group se presta una especial atención a esta Ley y todas las que derivan de ella, ya que en general los marrones en su mayoría se podrían considerar como un subproducto de todo este embrollo. Es más, en realidad pensamos que Murphy era un optimista. (y si no, que se lo pregunten a un brown eater, a ver qué opina).
En la actualidad estamos tratando de ponernos en contacto con Murphy para intercambiar experiencias y resultados, de cara a la unificación de ambas teorías, lo que podría llevar a establecer una nueva teoría del caos en el trabajo. Sin embargo, el condenado siempre da comunicando o nos devuelve los mails.
De dicha ley se derivan algunas consecuencias evidentes que, aplicadas a los marrones se pueden enunciar de la siguiente forma:
Si te puede caer un marrón, te caerá.
Si te salvas del marrón, es porque a tu Jefe le conviene.
El número de marrones acumulables aumenta proporcionalmente con el número de marrones que uno haya sido capaz de comerse.
Toda buena idea, prescindiendo de su composición o figuración, se puede esperar convertir en un marrón siempre, en una manera totalmente insospechada por razones que son enteramente oscuras o más bien completamente misteriosas.
La accesibilidad cuando se recuperan papeles que se han caído de la mesa de trabajo, varía inversamente con su importancia para completar el trabajo empezado.
Las personas que han de proporcionarte la información necesaria para poder concluir un marrón siempre están de viaje, reunidas o simplemente desconocen el tema del que les hablas.
Si por el contrario, los datos se encuentran en algún informe o escrito, este habrá desaparecido de su sitio cuando quieras consultarlo. Si está en el ordenador, evidentemente este caerá cinco minutos antes de que consigas acceder a él.
Un marrón se puede considerar bien terminado si no más del 50% del trabajo hecho debe ser descartado para obtener cierta correspondencia con lo solicitado inicialmente por el Jefe.
Si además un 25% del trabajo es realmente útil, entonces se puede considerar un auténtico éxito.
La probabilidad de que te caiga un marrón es inversamente proporcional a la prisa que tengas por salir de la oficina.
Por definición, cuando uno comienza un marrón, nunca sabe cuando lo acabará.
Durante mucho tiempo, estudiosos de todo el mundo han intentado explicar de una forma científica el comportamiento de los marrones.
La cruda realidad es que en cuanto lo intentaban, los pobres se veían inmersos en un gran marrón, dada la dificultad del tema y lo complejo de su experimentación.
Además, siempre han escaseado voluntarios para experimentar sobre ellos, y los pocos que se prestaban, al final no eran capaces de aportar nada positivo sobre el objeto en estudio.
En la actualidad, el BMG ha recogido la dispersa bibliografía que existe referente al tema con el fin de establecer de una vez por todas la Teoría Unificada del Marrón, gracias a la cual se espera poder predecir el comportamiento de los marrones en general.
No hace falta decir que ha sido una ardua tarea. En esta labor investigadora, lo más difícil siempre ha sido el quitar la cantidad de porquería que había sobre los pocos manuscritos existentes.
A fin de ayudar a lector a evitar en la medida de lo posible la afluencia de marrones sobre su persona, incluimos a continuación un método para calcular la densidad de probabilidad de llevarse un marrón a cuentas, en un momento dado.
El siguiente teorema es fruto de los sesudos esfuerzos de los profesores Johnnie Esparzin y Julius Brown de la prestigiosa Universidad de Brownachussetts (La Moraleja, USA).
La densidad de probabilidad de llenarse de caca (Pkk) en un lugar de trabajo responde a la siguiente expresión:
donde:
Factor | Descripción | Unidades |
F: | Factor de corrección de Fakin-Vossman, que depende básicamente del ángulo de visibilidad que tenga el jefe de tu sitio. Este factor incluye así mismo correcciones sobre el grado de inesperabilidad del marrón, que hacen tender el valor del factor a 1. | adimensional |
P | Prisa del abnegado trabajador por salir ese día. | hurrys |
Bt | Constante de Factores Medioambientales. Esta constante tiende a infinito cuanto mejor está el día. | güeters |
Oc | Nivel de Ocupación del trabajador. | busys |
In | Media estadística de la densidad de probabilidad de la función de Inutilidad del marrón esperado. | |
Ts | Constante directamente proporcional al tiempo que resta teóricamente para tu salida de la empresa. Cuanto menor sea este tiempo, mayor será la probabilidad de browning. | segundos |
Sobre el factor de corrección de Fakin-Vossman, hay que tener en cuenta que se compone de varios términos:
donde:
Factor | Descripción | Unidades |
Pj | Probabilidad de que te encuentre el jefe. Este factor depende de la distancia a la Brown Zone más próxima y de la movilidad relativa del jefe. | adimensional |
Ch | Capacidad de huida. Este parámetro es inversamente proporcional a lo lejos que esté la salida. Evidentemente, Ch << 1. | runaways |
a | Angulo con el que el jefe ve tu mesa según sale de su despacho. | grados |
E | Esperabilidad del marrón. | ingenuitys |
La mayoría de los parámetros que intervienen en la expresión de Braunin-Esparzin son de difícil cuantificación y en su mayoría son fruto de cuidadosos procesos de medida. Así, la experiencia dicta que la probabilidad de que te encuentre el jefe (factor Pj de Fakin-Vossman) es siempre mayor que 0.5.
Existen tablas empíricas que ofrecen los valores de estos parámetros. Estas tablas están recogidas en el informe I-666 del ITU-B: “Browning parameters for the face: An empirical approach”. Entre estas tablas se encuentra las tablas de corrección de Brownfinni, que corrigen algunos de los parámetros anteriores en base al valor de otros.
En lo que respecto al parámetro Ch, no se tiene constancia de que Ch pueda ser igual a 1. El lector deberá suponer siempre que Ch pertenece al intervalo [0, 1).
Para el factor de esperabilidad, E, tan sólo se han podido realizar cálculos de tipo empírico. Estos cálculos se han basado en la observación del grado de felicidad de los incautos futuros browned. Se puede observar claramente en la expresión de Fakin-Vossman que 1 runaway = 1 ingenuity, con lo que F es adimensional.
Un último detalle es que el lector avispado habrá podido observar que la fórmula de Braunin-Esparzin puede dar lugar a probabilidades de comida de marrón mayores que 1. Esto, que parece contradecir toda la teoría clásica de estadística, no es más que un efecto relativista debido a la velocidad con que se suelen generar los marrones. Los marrones no se generan a c (velocidad de la luz), pero muchas veces van a 0.9c. El resultado de este molesto efecto (denominado efecto Brown-Warp) es que el sujeto pasivo del marrón no se comerá uno, sino varios marrones simultáneamente.
Sea un trabajador A, que se encuentra cómodamente situado en una mesa en forma de L a unos 10 metros de la salida más próxima de la sala en que se encuentra. Es viernes, 24 de mayo, y hace una tarde fenomenal (27º y sin nubes. Ligera brisa). Nuestro currante, A, ha quedado con su novia a las ocho de la tarde para ir al cine y luego a cenar. Son las seis menos cinco de la tarde y A ha trabajado duro para tener listo encima de la mesa del jefe el último informe urgentísimo sobre la exportación de margaritas de siete pétalos (famosísimas porque siempre contestan que sí) a Mozambique. Al lado de A se sienta otro trabajador, B, que tiene tres años de antigüedad en la empresa más que A y que lleva toda la tarde escribiendo extrañas misivas sin moverse ni levantar la vista de la mesa.
Teniendo en cuenta que el despacho del jefe de A se encuentra a unos 15 m de su mesa y hay visión directa (30º) entre él y A, y que es de sobra conocida la afición de dicho jefe por retocar los documentos (“Pues este párrafo me lo pones en negrita, esta tabla en gris y este título en rosa fosforito…”), calcule la probabilidad de que la novia de A se vaya al cine con B.
Este es un caso claro en el que aplica el Teorema de Braunin-Esparzin.
El primer paso es obtener el valor del Factor de Fakin-Vossman.
Dado que existe visión directa entre el jefe y A, la probabilidad de que el jefe encuentre a A es directamente mayor que 0.5. Aplicando la tabla de corrección por distancia de Brownfinni tenemos que:
Pj = 0.8
Por otro lado, dado que A se encuentra a 10 m de la salida más próximo es evidente que el factor Ch será digno de consideración. Sin embargo, el hecho de que su mesa sea en forma de L obstaculiza la posible huida en función de la postura que esté adoptando A cuando el jefe se levante de la mesa; en estos casos, la práctica aconseja asignar a Ch un valor entre 0.4 y 0.3. Poniéndonos en el caso peor, sea:
Ch = 0.3
Por último, en lo que respecta al factor de esperabilidad, es obvio que A no piensa en otra cosa que salir de allí, lo que reduce el factor. Pero teniendo en cuenta la actitud sospechosa de B, A podría llegar a mosquearse. Esto, sumado a la experiencia acumulada de A en marrones en su empresa, nos permite concluir que la esperabilidad del marrón es del 50%, o sea 0.5 ingenuitys.
Con todo, el factor de Fakin-Vossman resulta:
F = (0.8·0.7·cos30) / 0.5 = 0.96
Veamos ahora el resto de parámetros de la expresión. Es obvio que habrá que aproximar algunos de los valores. En particular es obvio que la media de la función de inutilidad del trabajo es 1. A nuestro estimado currante no le cabe duda de ello. Por otro lado, el enunciado dice que el trabajo está terminado, por lo que a A tan solo le quedan por hacer algunas cosillas de última hora y recoger la mesa; puede suponerse sin cometer mucho error que está a 0.1 busys de ocupación. Ts es de 300 segundos.
La prisa de A por salir de allí es bastante alta, pues su novia le ha hecho saber reiteradamente que esta harta de quedarse sola en casa esperando a que salga del trabajo y que como no espabile él verá. Esto hace que su nivel de prisa sea de 60 hurrys (véase la tabla 1437.23 del I-666 del ITU-B). Por último, la tarde es espléndida. Consultando las tablas temporales del I-666 del ITU-B, en el cruce de la columna del 24 de mayo con la fila de 27 grados (Celsius) resulta un Bt de 173.7 güeters (ya corregido con el modificador de brisa ligera).
Con todo ello:
de donde:
Lo que nos permite concluir que A ya puede ir pensando en darse de alta en Meetic o similares…
“La función de asignación de marrones es continua pero no derivable en el intervalo (0, ¥) y presenta un máximo absoluto en el punto donde la pendiente de la curva de despiste se hace infinita”
Lo que traducido al vulgo viene a decir que si no tienes nada que hacer y se te nota estás fastidiado.
La no derivabilidad de la función implica, además, que las técnicas de swapping no son realizables en este caso.
“Un marrón nunca viene solo”:
donde:
Factor | Descripción | Unidades |
Pa | Probabilidad de aparición del siguiente marrón | adimensional |
A | Amplitud del último marrón comido | brownies |
Tm | Tiempo transcurrido desde el último marrón | segundos (sí, sí) |
Nota: Esta función no es finita en el instante cero e indica la alta probabilidad de que te cuelen varios marrones de una sola vez.
“El grupo de los marrones forma un espacio vectorial de color castaño oscuro definido sobre el cuerpo de los complejos”
Sobre este espacio se definen una serie de propiedades que serán muy útiles a todo tipo de Browneds para saber cuales son las reglas por las que se rigen los mismos.
Para construir este espacio vectorial se definen las siguientes operaciones:
La suma de marrones tiene las siguientes propiedades:
La suma de dos marrones NO es igual a la suma de sus amplitudes
Para calcular un marrón suma de otros dos se debe utilizar la siguiente fórmula:
Donde: a y b son dos marrones que se suceden en el tiempo.
q es el ángulo de incidencia del marrón b sobre el a.
Kt es una constante temporal que aumenta con lo avanzado que se lleve el trabajo de a cuando aparece el marrón b
Nótese que se toma el valor absoluto del Cos(q), ya que en ningún caso se puede considerar negativo este término. Además, cuando a es totalmente independiente de b, el ángulo vale z /2 y el coseno vale cero. En cambio, si b incide directamente sobre el trabajo de a, o es totalmente opuesto, el marrón desencadenando por la interacción de los dos es tal que rezarás para que no te pille cerca.
Evidentemente la suma de los marrones depende del orden en que lleguen. Esto demuestra por un contraejemplo:
Si estás liado un marrón pequeñito (al que ya te has comprometido) y te cuelan El Gran Marrón, te comes los dos. En cambio si primero te cuelan El Gran Marrón, ya no pueden colarte ningún otro de tamaño menor, conclusión: sólo te comes uno. Resultado: Te enmarronas hasta las cejas en cualquiera de los dos casos, pero el primero es todavía más grave.
Corolario: Intenta asignarte un buen marrón (o uno que lo aparente) si prevés una buena lluvia de marrones (no hay mejor forma de evitar que te mojen que el ya estar mojado)
“Dado un número n de marrones, da igual el orden en que los agrupes: te los comerás todos por igual”.
La propiedad asociativa arriba enunciada se cumple, pudiéndose calcular la probabilidad de dicha asociación con el método explicado antes.
Algunas características de la propiedad asociativa son las siguientes:
“Creced, multiplicaos y dominad la Tierra… ” (Revisión del Génesis según Johnnie Esparzin, Capítulo II, versículo 4)
La multiplicación de marrones en realidad encierra dos operaciones: el producto vectorial de marrones (multiplicación de marrones entre sí) y el producto escalar, definido sobre el cuerpo de los complejos (multiplicación de un marrón por un número)
La multiplicación de marrones (o producto vectorial) es una de las situaciones más desastrosa a la que se puede enfrentar cualquier mortal. Si encima eres un browned de nivel bajo, estás perdido.
Consiste en que a partir de dos (o más) marrones linealmente independientes se empiezan a generar nuevos marrones como consecuencia de las interacciones entre ellos. (A este efecto también se le denomina generación de productos de intermarronación)
No hay que confundir una situación de multiplicación de marrones con una lluvia de marrones. En el caso de la lluvia, los marrones aparecen de forma independiente y por generación espontánea y en el de la multiplicación aparecen como combinación de otros previamente existentes.
El número de marrones generados en una multiplicación de marrones se calcula por combinatoria y es igual a las variaciones con repetición de “m” elementos tomados de “n” en “n”, donde:
El hecho de que las variaciones sean con repetición responde al hecho de que en estas situaciones se suele mandar lo mismo varias veces y a varias personas distintas.
La multiplicación de los marrones por un número afecta directamente a la cantidad de marrones y a su intensidad. Así, al multiplicar un marrón por 2 podemos estar obteniendo un marrón del doble de intensidad o dos marrones de igual intensidad que el primero. ¡También puede darse el angustioso caso de que obtengamos dos marrones del doble de intensidad!
Esta imprecisión en el resultado final viene dada por la no linealidad del espacio vectorial y de la existencia de agujeros negros en el mismo. (Agujeros marrones, más bien)
El caso es que la operación de la multiplicación se define no sólo sobre los números reales sino también sobre los complejos. Recordemos que un número complejo es aquel que tiene una parte real y otra imaginaria. Pues bien, si multiplicamos un marrón por un número complejo obtendremos un marrón con parte real (lo que realmente hay que hacer) y una parte imaginaria (lo que se imagina el jefe que hay que hacer, pero que no es real – ni hace p… falta hacerlo).
La proyección de los marrones sobre el cuerpo de los complejos explica por qué un marrón real acaba teniendo partes imaginarias que realmente rayan la ciencia-ficción. Todo es un producto de la calenturienta imaginación de algún browner durante el ciclo de vida del marrón.
En un espacio vectorial clásico la propiedad distributiva de la multiplicación respecto de la suma dice que:
a*(b+c) = a*b + a*c
En el espacio vectorial de los marrones esto se enuncia de la siguiente forma:
“Si se distribuye un marrón de amplitud A entre dos sujetos pasivos b y c, el resultado es que cada uno de ellos se come un marrón por lo menos igual de grande que el original”
Corolario: (teoría del reparto del trabajo)
“Dado un marrón de amplitud A y n comemarrones, al producirse una multiplicación de marrones teniendo en cuenta el número de sujetos pasivos se generarán n marrones cuya intensidad varía de A a n*A”.
Nótese que no se definen las operaciones de resta ni de división de marrones. Esto es normal ya que por su propia definición un marrón no puede restarse de otro.
Además la división de marrones nunca es posible. En todo caso se puede dar una multiplicación con la propiedad distributiva respecto de la suma.
Los modelos físicos de marrón, a diferencia de los matemáticos, se basan en la experimentación y en la semejanza del comportamiento de los marrones con otras leyes existentes en la naturaleza.
Sabido es que nuestros ojos, especializados en una mayor y minuciosa distinción entre tonos de verde -en el centro de nuestro espectro visible- captan longitudes de onda que van desde los violetas hasta el rojo. Por encima de aquéllos continúan los ultravioletas, cuya contemplación se reserva como privilegio para ciertos insectos, y por debajo del rojo descienden los infrarrojos que, si bien no excitan ya nuestras retinas, sí percibimos como calor a través de los sensores de nuestra piel. Por eso decimos que los tonos próximos al rojo son cálidos y, por contraste, que los violetas y azulados, fríos (véanse los grifos del lavabo, pongamos por caso, y sus consabidos lunarcitos de colorines).
Pero ¡ay los marrones! No los busques en el espectro de la luz. Ni el más puro de los diamantes, con sus índices de refracción altísimos y sus capacidades cirujanas de separar colores. Ni en el arco iris. Porque unos y otros no ofrecen sino colores puros y sus transiciones ordenadas, sublimes, matemáticas. Puras.
El marrón, obténgase como mezcla de luces o de pigmentos (síntesis sustractiva o aditiva) no es sino un batiburrillo amorfo donde todos confluyen sin orden ni concierto. Es la suma de todos los colores. Y la negación también de todos ellos. Es la antimatemática, el barullo, el anticristo. El caos hecho tono.
Mezcla magenta, cián, amarillo de cadmio y negro. Cada uno de ellos, en la proporción que quieras. El resultado siempre será el mismo: feos marrones. Más cálidos, más fríos, más caquis (la palabra lo dice todo), marrones en fin: símbolo inapelable de lo que la sabiduría popular ya conoce. (En los distinguidos clubes británicos para caballeros está tajantemente prohibida la entrada con trajes de tal color). El marrón es el todo. Provenga de lo sublime o lo cenagoso, sigue siendo marrón. Tire a magenta, cián, amarillo o negro, provenga de cualesquiera puntos cardinales, cielo o abismo. De amigo, enemigo o indiferente, caos a la postre.
“Cuanto más grave es un marrón, más deprisa te cae, y más te cuesta quitártelo de encima”
La ley de la gravedad dice que todos los cuerpos caen hacia abajo con una fuerza proporcional a su peso.
Para los marrones existe también una fuerza de la gravedad que les empuja hacia los browneds con una intensidad proporcional a su volumen.
Las expresiones “Cuando te acaba de caer un marrón estás que echas chispas” o “Estar quemado por un marrón” no son totalmente casuales. El hecho responde al comportamiento eléctrico del marrón.
A continuación pasamos a detallar algunas propiedades que se han observado en el comportamiento de los marrones, de cara a que cada uno sepa a qué atenerse cuando le “enchufan” un marrón.
En el mundo marronil, la Ley de Ohm se conoce como la Ley del MarrOhm. Esta ley se escribe así:
Donde:
V es la tensión a que te somete tu jefe para colarte el marrón
R es la resistencia que tu opones a que te lo cuele
I es la intensidad total del marrón resultante
Esta fórmula sólo es de aplicación para valores normales de los parámetros, ya que si se elevan exageradamente la tensión o la resistencia habría que sopesar la existencia de algún cortocircuito o derivación y el punto de ruptura del dieléctrico.
A partir del conocimiento que nos da la Ley del MarrOhm, se puede obtener la potencia real de un marrón:
P=I·V·cos(Fi)
Donde I y V son la intensidad y la tensión, como se dijo antes.
Fi es el ángulo de desfasaje entre I y V. Al coincidir en el tiempo la Intensidad del marrón con la Tensión de tu jefe, se produce el punto máximo de enmarronamiento, puesto que además de estar hasta arriba de trabajo, el jefe se pone pesado. Es en este caso cuando el cos(Fi) se hace máximo.
Si se da la circunstancia de que la presión del jefe no coincide con el momento de máximo trabajo, el enmarronamiento se lleva bastante mejor. Este fenómeno viene reflejado en el que el cos(Fi) disminuya.
El caso óptimo (pero infrecuente) viene dado si tu jefe no te presiona cuando tienes un marrón encima (cos (Fi) = 0). En este caso, el marrón se diluye por sí mismo y deja de ser tal, con lo que su potencia se hace cero.
Otra solución para librarse del marrón, es fijar la fecha de finalización del mismo (tarea inhumana, que requiere gran habilidad). Algunos privilegiados, lo han conseguido gracias a este calendario.
NEG | VIE | VIE | VIE | JUE | LUN | MAR |
8 | 7 | 6 | 5 | 4 | 3 | 2 |
16 | 15 | 14 | 12 | 11 | 10 | 9 |
23 | 22 | 21 | 20 | 19 | 18 | 17 |
32 | 30 | 28 | 28 | 26 | 25 | 24 |
39 | 38 | 37 | 36 | 35 | 34 | 33 |
Como corolario al Teorema de Brownzano-Weierstrass explicado anteriormente, se incluyen aquí los 10 postulados de Skakeitor, desarrollados con la intención de suavizar la pendiente de la curva de marrones.
CONSIGNAS A LOS QUE NO TIENEN NADA QUE HACER | |
I | Nunca lo confieses. |
II | Espera sin impaciencia una orden de trabajo, no la provoques. |
III | No inquietes a los que trabajan. |
IV | Adopta una postura especial dando la impresión de actividad. |
V | Permanece relajado y soporta sin fatiga aparente toda inactividad, por larga que sea. |
VI | Ama el trabajo bien hecho y, por este motivo, déjalo para los compañeros más cualificados. |
VII | Si te vienen ganas de trabajar siéntate y espera a que se te pasen. |
VIII | No sufras complejo alguno al recibir la primera mensualidad. |
IX | Hay muchos más accidentes de trabajo que accidentes de reposo. |
X | El trabajo consume, el reposo raramente. Economiza. |
El trabajo es una cosa buena. No seas egoísta y deja algo para los demás.
Cuidadito con el browner, que cuando dice algo quiere decir otra cosa. Es muy importante para poder sobrevivir el saber leer entre líneas cuando estés hablando con un browner, puesto que no es lo mismo lo que dice que lo que quiere decir. He aquí algunos ejemplos:
Lo que dice | Lo que realmente quiere decir |
Necesito… | Quiero… |
Necesitamos… | Quiero… |
Tenemos que hacer… | TIENES que hacer… |
La decisión es tuya… | La decisión es obviamente mía por ahora |
Haz lo que quieras… | Me las pagarás tarde o temprano…. |
Tenemos que hablar… | Te ha caído un marrón goloso |
Se admiten sugerencias | Ni se te ocurra tener una idea mejor que la mía |
Seguro, hazlo como quieras | Estás despedido |
No estoy preocupado | Por supuesto que me preocupa, estúpido |
Te veo preocupado | Dúchate, aféitate, y vuelve a la oficina |
Tengo una pequeña pega | Y una GRAN pega a tu trabajo |
¿Estás en algo urgente? | Te voy a asignar un enorme y gran marrón |
Estoy contigo en 1 minuto | En un par de horas te hago caso (si me interesa) |
Cuando tengas un rato, pásate a verme | Ven inmediatamente, que te va a caer un buen marrón |
Tienes que comunicarte mejor | Tienes que estar SIEMPRE de acuerdo conmigo |
¿Me escuchas? | Demasiado tarde…. te cayó el marrón |
Si | No |
No | No |
Quizá | No |
(…) | Definitivamente NO |
A lo largo del tiempo, los trabajadores de las empresas privadas han ido aprendiendo en sus propias carnes que hay unas reglas no escritas que se deben respetar si se quiere sobrevivir en este medio. Es muy peligroso pasarlas por alto y su desconocimiento puede traernos más de un dolor de cabeza. Helas aquí:
Estas reglas se resumen en dos: amarás al dinero sobre todas las cosas y al prójimo como si fueran subnormales. Ten siempre en cuenta que, para bien o para mal, tu vida depende del jefe, así que tienes que ser su mejor aliado (o al menos hacerle creer que lo eres). Esta es la única forma de conseguir que no te haga la vida imposible. Aun así intentará hacértela, pero con menos ahínco.
Sí, sí, aunque parezca imposible estar ante un buen marrón, y aún así, no perder la sonrisa. Hasta la fecha, se han conseguido detectar dos situaciones en las que la presión a la que nos somete el marrón en curso (Current Brown), nos pueden parecer ideales.
En esta situación, el sujeto que la pedece se encuentra totalmente enmarronado en su lugar de trabajo, pero sin embargo puede ser absoluta y completamente feliz porque, a la vez, se encuentra sometido a la presión de un Home Brown de intensidad igual o superior al laboral. Por ejemplo, un browned al que en casa le espere una “amante y cariñosa” pareja, harta de estar sola, y además digamos 4 fierecillas en forma de hijos, el perro (que no ha salido en todo el día), la suegra, una pila de platos, la plancha….., se sentirá seguro y feliz comiendose su marrón en la oficina.
Dado un browner inexperto, el browned puede intentar la técnica del Brown Splashing, la cual, si surge el efecto deseado, generará un Brown paralelo y de la misma o mayor intensidad al dichoso browner. En esta situación, ¿quién no sonreirá al ver al browner tan pringado como uno mismo?
Otra forma de conseguir el mismo efecto es mediante un Swapping Brown. Esta técnica, tal y como se cuenta es mucho más peligrosa, por la necesidad de que la reflexión sea perfecta.
Es la técnica en la que, por medio de trucos y añagazas, generalmente sucios, se consigue endiñarle el marrón a un compañero.
Los argumentos que suelen emplear en estas situaciones giran en torno a la gran ignorancia propia para hacer frente al trabajo encomendado (nótese que jamás deberá emplearse la palabra marrón si se desea hacer un passing, o el jefe se dará cuenta del intento) y la gran valía y amplitud de conocimientos del (incauto) compañero.
Algunas frases de uso común son: “Sí, hombre; si a mí ya me ha hecho él alguna vez cosas parecidas” o “Pues la verdad es que yo de eso no tengo ni p… idea. ¡El que sabe mucho es…!”
Para garantizar un buen Passing es conveniente, asimismo, hacer notar la gran cantidad de marrones que uno tiene encima frente a la alta disponibilidad del compañero.
Si el Passing se realiza en la manera adecuada no sólo sirve para esquivar el marrón, sino que además, con cierta gracia y astucia, el compañero puede llegar a agradecerlo ya que le supondrá una inmejorable ocasión para ganar puntos ante el jefe a la par que para adquirir experiencia en temas nuevos.
Se llama así a la técnica de defensa más difícil de cuantas existen, y por medio de la cual se consigue que el marrón rebote sobre uno mismo y vuelva a su destinatario, el cual se encontrará con una bonita patata caliente entre las manos.
Los individuos que consiguen realizar con éxito un Swapping suelen ser aclamados en silencio por sus compañeros de trabajo (y a voces a la salida del trabajo) y acostumbran a experimentar un periodo de euforia personal cuya duración está determinada por el tiempo de aparición del siguiente marrón.
Por supuesto, un buen Swapping debe generar reflexión especular. Si existe el más mínimo resquicio en la argumentación que pueda dar lugar a que parte del marrón se refracte, el browner deshará el swapping y el marrón volverá a caer sobre uno en su variante de unavoidable. La técnica para conseguir un coeficiente de reflexión de módulo 1 requiere un master avanzado en la Universidad de Brownachussets, cuyo contenido excede el alcance de este texto.
Técnica utilizada por el browned para intentar que el JBM (J…. Browner de m…), quede al final, tan enmarronado como él mismo. Esta técnica se puede utilizar con browner inexpertos o de poco carácter, aunque también es utilizable contra aquellos browner ansiosos de alcanzar un reconocimiento por parte de sus superiores.
Los efectos secundarios son: variación en el estado anímico del browner, al darse cuenta de que se ha convertido en verdugo y víctima a la vez; parálisis facial, y sobre todo hinchazón desorbitada de la zona bucal, conocido coloquialmente como “Ponerse de Morros”.
Este es el medio por el cual se consigue que el marrón vuelva a su lanzador después de haber hecho unas bonitas figuras sobre el horizonte.
Esta técnica es parecida a la del swapping brown, pero conviene no confundirla. Damos aquí algunas pistas:
En el boomerang es un método de caza de los aborígenes australianos, que lo arrojan contra sus presas con la intención de abatirlas con el mismo y poder así capturarlas o rematarlas, según sea el caso. Conviene estar muy atento al lanzamiento del boomerang, ya que si se es rápido de reflejos basta con agachar la cabeza para que el mismo pase de largo y acabe en el propio lanzador.
En principio, cualquier marrón, excepto los unavoidable, pueden convertirse en boomerang, siempre que el browner tenga la habilidad necesaria.
Con el boomerang brown la táctica a seguir es la misma: se trata de no dejarse atrapar por el boomerang haciendo un esquive perfecto. Si el marrón no impacta al primer intento, volverá al browner que lo generó.
Normalmente el browner intenta colar el marrón haciendo ver que no es tal, que es interesante y que es una forma de aprender cosas nuevas. El boomerang está lanzado. Pobre de aquél que se atreva a asomar la cabeza para preguntar, porque se encontrará el marrón dando vueltas alrededor de la misma, sin poder apartarlo.
Aún en el caso de que el marrón vaya lanzado directamente contra uno, siempre se puede esquivar o lanzar evasivas, de forma que, tras unas cuantas seguidas, el browner opte por comérselo él mismo.
Sirva esta pequeña reflexión para sentar bases empíricas de esta marronología que comienza su fértil andadura. Callen arrogantes indocumentados y exprésense los limpios de corazón en sus ansias de sabiduría. El Enemigo queda desvelado. Sus coordenadas, precisas. Aprestémonos cuales certeros artilleros, pues, para librar tan desigual combate. El sacrificio, inevitable, obtendrá su fruto. Las bajas, previsibles, desde sus marrones sepulturas, regarán con sus sangres rojas las rojas alfombras de la victoria.
¡Ave, Caesar. Marronituri te salutant!
Aunque esta teoría se empezó a principios de los años 90, continúa en pleno desarrollo y lo hará mientras exista el trabajo en sus actuales circunstancias y la tecnología no nos permita simplemente dictar una orden que el «enmarronado» sea solamente el ordenador.
Intermission: Brownachussets mailing-demon…
Due to the titanic amount of assigned browns, the authors have declared themselves as unable to proceed with this document.
Sorry… (echoing and sinister laugh).
Este documento está basado en unos trabajos aparecidos y desarrollados a partir de 1994 en Internet por el autodenominado Brown MoU Group (Grupo de Estudio del Marrón) con página oficial (ya no funciona): http://personales.mundivia.es/pgg/miembros.htm. Se reconocen, por supuesto, sus aportaciones y autoría.
A lo largo de estos años han surgido revisiones (hace unos 10 años cayó en mis manos uno de los últimos documentos) pero ya hace unos cuantos que no se actualiza, de ahí que tras intentar contactar con varios de los autores sin éxito (correos ya no operativos), y dada la importancia de este asunto para el futuro de la humanidad, he decidido revisarlo, actualizarlo para el año 2016 y posteriores y difundirlo con la esperanza de que cuantas menos personas se puedan enmarronar, mejor.
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Hola Christian
Llevo riéndome toda la mañana. Me siento más que plenamente identificado con tu artículo. ¡¡¡¡Es buenísimo!!!! La verdad es que merece todo un estudio esta teoría de los marrones. Hay partes bastante complicadas pero creo que vale muchísimo la pena estar al día en estas cuestiones.
Como propósito el nuevo año está pensando hacer un curso a distancia en la universidad, pero creo que lo voy a dejar a cambio de ponerme a estudiar y sacar un doctorado en que es un marrón y cómo evitarlos.
Como siempre un artículo muy muy muy muy muy elaborado. Muchísimas gracias por sorprender no semana tras semana. La verdad es que da gusto. Algunos los entiendo más que otros pero como decía hace un momento este sí que me siento como propio.
Un saludo y felices fiestas
Hola, Manuel
Muchas gracias por tu comentario. Me alegro de que te haya gustado.
Saludos.
¡Hola! JAJAJAJ es increíble que esto siga pululando por la red. Desde este Tratado, más de 20 años os contemplan. Yo colaboré con el equipo original allá por los años 90. No sé dónde estarán los demás autores… ¡espero que tengan una vida feliz y libre de marrones (brown-free)! xDDD
¡Hola, Stella!
Un placer que pases por aquí y hayas dejado un comentario. Muy buen trabajo el iniciado por vosotros. Ya ves que ha seguido creciendo y evolucionando.
Saludos y una vida próspera y «brown-free» para todos ;-)
Hola Christian.
Ya hace mucho tiempo disfruté un montón con la lectura del Tratado del Marrón, y, en su momento, le di cierta difusión.
Ultimamente me llegó a la memoria el citado tratado y, a través de él, he llegado a tu blog, donde compruebo que el espíritu que lo inspiró sigue vivo.
No dudes de que seguiré difundiendo en la medida de lo posible la nueva versión.
Un saludo.
Estupendo.
Me gustaría aportar una expresión que se usa en España: «comer cabeza».. equivale a «comerse el marrón». Ejemplo: La OMS reconoce como muerte por Covid-19 a los confirmados y a los sospechosos. El Gobierno de España deberá reconocer a todos muertos por Covid-19, tanto si han dado positivo en una prueba de laboratorio como si son sospechosos. El Gobierno «se ha comido el marrón». El Gobierno «ha comido cabeza».