Se abre el telón y los focos (y miradas) se centran en él: es una persona famosa en su campo gracias a Internet y las redes sociales (sin ser cantante, deportista, actor, político, etc…).
En cualquier caso, muchas personas conocen su nombre y lo que hace. Le admiran. Han visto sus tuits/artículos/vídeos/publicaciones en Facebook/LinkedIn/fotos/artículos del blog/… (táchense los que no procedan, si es que hay varios).
Es innegable que Internet y las diferentes plataformas web y redes sociales permiten a cualquier persona llegar, de manera potencial, a una audiencia millonaria. Los youtubers, bloggers, twitchers, viners y similares son un buen ejemplo.
Hoy en día es más fácil convertirse en famoso o “referente” (incluso por accidente) sin necesidad de aparecer en televisión o en los medios de comunicación «tradicionales».
Pero, ¿qué pasa cuando se apagan las luces y el “famoso” vuelve a su casa?
¿Cuánto cuesta esa visibilidad?, ¿qué aporta realmente? y ¿va acompañada de grandes ingresos?
Aclaro, antes de continuar, que esta reflexión general la llevo pensando años y que, como más adelante comento, la extraigo de mi propia experiencia personal, de la visibilidad que me han dado las redes y este blog, de investigar perfiles muy diversos, así como de los testimonios que me han confiado varias personas con relativamente bastante fama en redes sociales e Internet y cuyos nombres por cuestiones de privacidad no desvelaré, pero sé que me leen (casi siempre) y les agradezco sus aportaciones.
7 conclusiones y reflexiones:
Cuesta, como poco, tiempo, esfuerzo, estrategia y dedicación.
Muchas veces parece que se piensa que los seguidores/fans/suscriptores/visitas… en redes sociales y blogs aparecen de la noche a la mañana (aunque en algunos casos es así, como se puede ver con TwitterAudit) pero lo cierto es que crear una comunidad de verdad requiere años.
Hay personas que no lo ven así y casi exigen difusión a los “famosos”, llegándose a enfadar incluso si no se le da Bah, tú que tienes tantos seguidores, no te cuesta nada hablar de mi proyecto porque yo no tengo comunidad.
Ser famoso simplemente da más visibilidad y exposición al público, que las personas le conozcan a él y a su trayectoria, pero los conocimientos no llegan por ciencia infusa.
También conviene recordar que alguien puede ser un referente en un cierto campo para su colectivo pero ser desconocido totalmente por personas ajenas a él.
Ser una persona popular y reconocida debería llevar aparejada la necesidad de ser consistente y congruente con lo que se dice públicamente. A modo de ejemplo (no hago referencia a nadie en concreto, aclaro), no se debería afirmar que las redes sociales son para que todos conversen con todos y luego no responder a las menciones nunca a título personal.
Tener una buena marca personal diferente y ser visible aumenta las probabilidades de encontrar nuevos proyectos, dar conferencias, cursos, oportunidades laborales, encontrar clientes, descubrir proveedores o posibles socios, etc. Es una vía de entrada, no un fin en sí mismo.
Es lo que ya afirmaba en «O eres diferente o eres barato».
Confirmado con más de una veintena de personas (a modo de muestra) que los picos de visibilidad en Internet, redes sociales… esos máximos en los que se está en boca de todos, se suelen corresponder con valles (mínimos) en los ingresos.
Por supuesto hay excepciones, pero, por lo general, la exposición pública no reporta directamente beneficios de tal magnitud que no se deban complementar con otras actividades.
Tampoco es extraño que se les pida a los “famosos” que den conferencias, asistan a seminarios o den charlas sin cobrar. En estos casos es importante tener en cuenta que una exposición de 30 minutos puede requerir, dependiendo del tema, horas y horas de preparación, por lo que conviene ser consciente de lo que se pide, y que las personas no suelen vivir del aire.
Eso sí, la remuneración no tiene por qué ser siempre dinero, puede haber otras alternativas equivalentes que podrían compensar a la persona, si decide aceptar ese medio de pago.
Los aplausos, la admiración, los seguidores, los retuits, los likes, el reconocimiento, etc. son muy agradables pero al final “no se pueden echar al puchero”, como diría una persona sabia que conozco.
Al final, todos somos personas como siempre repite @MarioSchumacher. Es una máxima muy cierta y que conviene recordar.
De momento a día de hoy, la comunicación (incluso por Internet y redes sociales) es entre personas y éstas tienen sentimientos. Es más que recomendable intentar tenerlos en cuenta y no traicionar la confianza y despreciar (o ignorar) por un ataque de ego a los que te encumbraron.
No por ser famoso se es mejor persona. En ocasiones, es incluso al revés.
Nunca se sabe qué persona de la comunidad puede generar una oportunidad de negocio/profesional o convertirse en un buen amigo. ¿Quizá esa cuenta con 3 seguidores?
Cuando se lleva un tiempo en redes y se tiene una cierta comunidad, se tiende a pensar que ya está todo descubierto, pero no es así. Muchas veces aparecen nuevas personas que se vuelven rápidamente imprescindibles (si se les da la oportunidad).
Siempre conviene dejar una puerta abierta.
Lo que ha funcionado hoy, puede no ser así mañana. No es recomendable acomodarse de manera permanente en un punto concreto, a veces hay que arriesgarse, salir y cambiar los comportamientos y actividades para seguir sobresaliendo.
Conozco muy pocos casos de personas que, duramente, siguen contando lo mismo año tras año sin cambiar nada y siguen generando interés; el resto ha tenido que actualizarse y evolucionar.
En definitiva, lograr un puesto destacado y con visibilidad pública y reconocimiento es el resultado de un esfuerzo y de una dedicación y, aunque no quizá económicamente, sí que tiene un coste de oportunidad, y deberíamos premiarlo, reconocerlo y remunerarlo adecuadamente.
También debemos ser conscientes de que ser “famoso” o referente no debería ser un objetivo en sí mismo sino un logro, un premio por la actividad desarrollada, que consigue hacer de catalizador y que las metas se alcancen antes y, quizá, con un menor esfuerzo, pero hay que recordar siempre que es una herramienta, no un fin.
Fernando me ha dejado en Facebook un comentario que perfila ciertas cuestiones y me ha parecido tan adecuado, que lo añado al artículo:
Totalmente de acuerdo con cada palabra que has escrito Christian, y me gustaría añadir: Efectivamente, ser “famoso” como tantas otras cosas, tiene un precio, nada es gratis.
Y en ocasiones es un precio que no todo el mundo está dispuesto a pagar, aunque para muchos sí sea apetecible lo que se cree que se recoge con la fama.
No todos los precios son económicos, también se paga con la falta de privacidad, con la “necesidad” o “deber” de mostrar más de ti de lo que hay días que te gustaría, porque no olvidemos, que los famosos también son humanos y tienen problemas y malos días como todos, pero de ellos se espera, en ocasiones incluso se les exige que nos den su sonrisa, aunque por dentro ninguna gana de sonreír tengan.
El “público” o audiencia de estas figuras, puede llegar a ser muy exigente y muy poco empático. Parece que hay como un pensamiento un tanto generalizado, de que los famosos deben algo a los que no lo son, como el gobierno que también debe cosas, o el jefe, por poner dos ejemplos, es como si ellos estuvieran aquí para servir nuestros caprichos del momento, sea una conversación, una foto, o simplemente dedicarnos su tiempo, porque ¿qué es a fin de cuentas una hora en la vida de una persona? solo le pedimos una hora, pero no caemos que tal vez solo somos uno de esos miles que quieren una hora, y si concediera todas esas horas, le estaríamos pidiendo más de lo que su bondad podrá nunca dar.
Es como si al ser famosos todo les fuera fácil, y en consecuencia, generan una deuda de algún tipo hacia nosotros. Por otro lado, no olvidemos que la fama puede ser semejante a hacer surfing, para estar en lo alto de la ola, tienes que ser constante, trabajar duro, y es inevitable caerse de vez en cuando, pero el que más tiempo pasa arriba es el que más se esfuerza para ello, no el que menos falla, como le sucedía a Michael Jordan, que también fallaba tiros, pero le llevo al estrellato los que acertaba.
También está el backoffice del “famoseo”, que hay que saber gestionarlo, porque como bien dices, la fama no alimenta más que al ego, pero no paga hipotecas por sí misma.
Hay que distinguir a quien es famoso por aparecer en un programa de alta audiencia como puede ser Gran Hermano y poco más, del que lo es porque ha destacado en una profesión, en el primer caso lo que tiene para vender es a sí mismo, por lo que su “privacidad” pasa a ser su producto y desaparece como tal, mientras que en el segundo caso es un perfil totalmente distinto de famoso, vende su trabajo, y no hay derecho a exigirle mucho más.
Respecto a las cuestiones económicas, pensemos que nadie regala duros a peseta (convertido a euros, nadie regala euros a céntimo), por lo que si el famoso de turno, se le paga la cantidad que sea de forma sostenida en el tiempo, no puntualmente, es seguro que es porque su labor, sea la que sea, retorna a quien lo contrata más de lo que paga. Todos podemos equivocarnos una vez, pero no de forma repetitiva. Por lo que si es así, entonces será un trabajo como cualquier otro, aunque pueda parecer que tiene más o menos glamour. A modo de conclusión, diría que nada es gratis, que como siempre, si quieres peces tienes que mojarte, que los escaparates son siempre bonitos, pero los talleres o trastiendas no lo suelen ser tanto.
Fernando Álvarez (@LaTrinchera)
Estoy muy de acuerdo. No soy famosa ni visible no vayáis a pensar pero sí que conozco a personas muy activas en redes sociales como tú por ejemplo Christian y me consta el trabajo que lleva y las horas que se dedica. Soy la primera en per sé que eso es fácil pero también reconozco que la constancia no es mi fuerte jajjajjaja. Me ha gustado. Gracias.
Hola, Leti
En efecto: todo tiene su precio, en tiempo, dinero, esfuerzo… Me alegro de que te haya gustado.
Gracias por la visita y el comentario.
Saludos.
Estoy de acuerdo con las reflexiones y las entiendo, pero creo que las personas famosas deberían ayudar a las demás que no tienen tanta difusión porque no les cuesta nada y además así hacen una buena obra. Un primo que tengo está desarrollando una aplicación para Android que si un Piqué o parecido difundiese en sus redes seguro que se hacía muy popular.
Hola, Miguel
Es correcta y muy loable tu idea, la cuestión es que si los «famosos» empiezan a apoyar proyectos (que muchas veces hacen a cambio de dinero) deberían hacerlo con todos, ¿no? ¿o solo con unos? ¿Con cuáles? Es difícil discernir, al margen de que difundir algo implica en cierta manera que estás de acuerdo o pones tu nombre detrás, lo que en caso de problemas podría llegar a causarles inconvenientes. Son solo algunos ejemplos de posibles implicaciones y es que muchas veces no es todo blanco o negro.
Gracias por la visita y el comentario.
Hola Christian: He leído con mucho interés tu artículo y estoy convencido que nos está haciendo reflexionar a muchas personas.
Por un lado, si un influyente no cuida las relaciones humanas con sus seguidores, está renegando de aquellos que lo encumbraron y no hay que olvidar que alcanzar el reconocimiento cuesta, como bien dices, mucho trabajo y esfuerzo pero que es fácil perderlo.
Por otro lado están aquellos que consideran obligación de estos influyentes el promover, promocionar, publicitar,etc. el trabajo de los profesionales menos conocidos con argumentos tan «sólidos» como «no te cuesta nada», «me haces un favor», etc (lo he leído incluso en comentarios a este post) sin tener en cuenta todo el trabajo y dedicación de este o esta profesional así como su necesidad de llenar el puchero todos los días y la imposibilidad de corresponder a todos.
Lo dicho, excelente artículo con mucha carga de profundidad para quienes quieran «ver»
Un saludo y gracias
Hola, Txema
Muchísimas gracias. Me ha alegrado mucho que te haya gustado la reflexión y que consideres que es acertada. Hace muchos meses que la tengo en la cabeza y por eso la he termiando publicando, no sin antes confirmar con algunos «referentes» de redes la relación entre ingresos y visibilidad.
Cuestiono seriamente la posibilidad de conseguir cambios de gran «calado», pero creo que sí debemos ser conscientes, todo y cada uno, de lo que implica ser «famoso», y del coste que tiene.
Acabo de añadir un párrafo nuevo de Fernando Álvarez que me parece muy acertado y añade, entre varios aspectos, la cuestión de la aparente «deuda» que tienen los famosos con la sociedad (que no creo que exista).
Lo dicho, muchas gracias por la difusión y el comentario.
Saludos.
«El estatus se ha considerado como la creencia de superioridad/inferioridad que manifiestan los individuos en función del lugar que ocupan en la sociedad. Es la valoración social que se otorga a los diferentes individuos, lo que hace que unos se crean superiores a otros, ya sea en capacidades, en bienes, en actitudes o en comportamientos.» (ROSADO MILLÁN, Mª J; GARCÍA GARCÍA, F.)
¿Recuerdas el experimento del famoso violinista tocando en el metro de Washington? Días antes las butacas del teatro costaban entre 150 y 1000 dólares, y se agotaron las entradas en unas horas. Cuando tocó en el metro una de las piezas más difíciles de dominar, «La chacona» de Bach, apenas se detuvieron seis personas, recaudó unos 32 dólares y sólo una persona lo reconoció. Si alguien hubiera gritado «Es el famoso violinista, ese que cobra 1000 dólares por minuto!!!!», seguro que se habría congregado más público. ¿Ese hombre es famoso por cómo toca el violín o porque alguien dice que lo es? Y una vez que alguien lo dice, no hay más que esperar a que las masas, los rebaños y los oportunistas se agrupen a su alrededor. Si lo dudas, te pondré otro ejemplo (del que me gustaría que se hiciera un experimento). Si situamos en la misma estación de metro a un hombre. Esta vez es un estudiante de segundo curso de música. También toca el violín. Tal vez alguna pieza fácil, Sarabanda, por ejemplo. Incluso se equivoca en alguna nota. Alguien grita lo mismo «Es el famoso violinista, ese que cobra 1000 dólares por minuto!!!!». ¿Crees que se congregaría el mismo número de personas? Efectivamente SI, y también sé que me vas a decir que esa fama será efímera en el caso del estudiante y eterna o al menos más duradera en el caso del maestro, porque tarde o temprano el arte, la profesionalidad y la sabiduría se impondría… o no.
Hola, Javier
Curiosas reflexiones, pero lo que no me queda claro cuál es la conclusión… Yo creo que el estudiante, por mucho que griten que es el maestro, acabará viéndose que no sabe tocar muy bien (a la altura del profesional).
De todas maneras, y sobre lo del metro, habría que ver las condiciones exactas (creo recordar haber visto el vídeo en Internet) y es que la acústica y la prisa de las personas en el metro también juegan un papel importante.
En cualquier caso, gracias por la visita y el comentario :)
Saludos.