Artículos en Aproin
Artículos publicados en la Revista Aproin www.aproin.com.
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Internet se ha convertido por méritos propios en una herramienta de comunicación y difusión global de la información prácticamente insustituible, si bien no todos los contenidos son para todos los públicos.
Los especialistas en protección de menores recomiendan instalar sistemas de control paterno en los ordenadores (existen varios en el mercado que cumplen su cometido), de tal manera que los padres limiten con una clave las páginas a las que los niños pueden acceder (si es posible restringir la navegación a un conjunto limitado de webs). En caso de que no sea factible esta opción por cuestiones prácticas (para no tener que estar continuamente autorizando nuevos accesos), se pueden configurar estos programas para que bloqueen automáticamente webs inapropiadas en función de sus contenidos, aunque para ello se basan en la clasificación que realizan entidades independientes que no siempre han emitido un veredicto sobre todas las páginas.
Últimamente se está empezando a oír en los diferentes medios el término de realidad aumentada. Como en muchos casos, no es algo nuevo, existe desde hace años y se emplea en sectores especializados como la aeronáutica por ejemplo, pero poco a poco comienza a llegar al gran público gracias a los continuos avances tecnológicos.
¿Quién no se ha imaginado alguna vez lo bien que se estaría sin tener tantos (antiestéticos) cables por todas partes? Detrás de la televisión, con los euroconectores, enchufes de TDT, DVD, etc. lo que suele haber es una auténtica maraña de cables que misteriosamente siempre tienden a entrelazarse, llenarse de polvo y liarse más y más. Con el ordenador de sobremesa pasa más o menos lo mismo: para alimentación del PC y pantalla, impresora, etc. Una “madeja” que solemos esconder entre la mesa y el ordenador.
La tecnología nos está permitiendo acceder a posibilidades hasta hace poco impensables. Hace unos años ¿quién nos iba a decir que tendríamos un completo sistema de navegación en el coche?, ¿que podríamos visitar una página en Internet desde la que poder visualizar imágenes de satélite de nuestra ciudad (e incluso recorrer sus calles y reconocer tiendas y vehículos aparcados)?, ¿que podríamos compartir en segundos las fotografías recién hechas (sin necesidad de revelarlas) con nuestros amigos de Australia sin tener que mandarlas por correo postal y esperar a que llegue la carta? ¿Y que si nos apetece escuchar una canción, podemos descargarla en cuestión de minutos, copiarla a nuestro MP3 y disfrutarla sin levantarnos del sillón? Son hechos que ya vemos como cotidianos pero que hace unos años eran pura ciencia ficción.
A todos nos costó aprender cómo se escribía. Primero tuvimos que usar los favoritos pero poco a poco se hizo un hueco en nuestro vocabulario. Surgió como un buscador y al principio era casi mágico, parecía que leía el pensamiento.
En cuanto comenzó a recaudar dinero (incluso antes, pero sobre todo desde su espectacular salida a bolsa) empezó a extender sus raíces por muchos campos. Son raíces y no tentáculos porque no son nada agresivos y suelen ir “por debajo”, sin que se note. Revolucionaron el mundo con el correo electrónico con su toque personal, con su sistema de mapas (impresiona Street view), con su página de blogs y sobre todo con su sistema de búsquedas con la publicidad “inteligente”, es decir, presentan anuncios relacionados con lo que se está leyendo/buscando y que es su principal fuente de ingresos (y más servicios que no cito por cuestiones de espacio). Me estoy refiriendo a la cada vez más “goorda” Google.
Apenas reparamos en ellos pero ahí están: los códigos de barras, presentes en casi todos los productos, nos hacen la vida un poco más fácil (haciendo por ejemplo que al adquirir un artículo éste sea localizado de manera rápida, precisa y unívoca). Este código almacena la información basándose en la representación de un conjunto de líneas paralelas verticales de distinto ancho y espaciado según los datos a codificar.
Como todo evoluciona, ya se están popularizando otros códigos para representar la información. Uno de ellos es el código QR (Quick Response Code o código de respuesta rápida) que es de forma cuadrada (ver imagen) y almacena la información en una matriz de puntos o dicho de otra manera, es como un código de barras bidimensional. Fue inventado por la empresa japonesa Denso-Wave para el control de sus líneas de producción.