Para mí, uno de los grandes misterios de la tecnología actual es cuál es la mejor manera de tratar una batería, esto es, cómo se puede hacer para que su vida útil (sin una reducción drástica de su duración) sea lo más larga posible.
Según a quién se le pregunte o dónde se consulte se obtienen respuestas radicalmente diferentes. Mi primer portátil me lo trajo Papá Noel en 1999 y desde entonces me ha preocupado este tema, más incluso hoy en día pues además del portátil tenemos móviles, cámaras de fotos, de vídeo, tabletas, MP3/MP4, ebooks, etc. Es decir, cada vez dependemos más de unas baterías que no sabemos muy bien cómo cuidar.
En estos años he tenido contacto con cientos de portátiles (no míos, obviamente) y este hecho (junto con las experiencias oídas) solo ha contribuido a reforzar mi «teoría» de uso.
A raíz de una conversación en Twitter con mi amigo Javier Padilla @elpady donde comentábamos la gran aportación de Microsoft a que la informática sea hoy en día algo asequible a cualquiera (Apple siempre fue algo más caro) me acordé de mi colección de catálogos de Expoelectrónica de El Corte Inglés. Tengo de los años 1990, 1991, 1992 (son tres, uno para imagen, otro para sonido y el tercero para informática), 1993 (sonido e informática), 1994, 1995, 1996 y 2004.
Sorprende el número de páginas que tienen en 1990 y 1991. ¡Más de 200! Entre 1994 y 1996 superan las 100, lo que contrasta con las 24 del “folleto” de 2004. En los últimos años no sé si no cogí porque no había o porque en pocas hojas. ¡Una pena!
Es asombrosa también la evolución de la informática de consumo en estos 22 años. Me planteo hacer un post año a año. Hay muchas marcas que ya no sé si existen y me he quedado sobre todo con que en el catálogo de 1990 ya hay móviles (por llamarlos de alguna manera pues pesan más de 2 Kg.). Me ha hecho mucha gracia (para los que critican los precios de los terminales de gama alta actuales –aunque hay que verlo en perspectiva-) que un Nokia 8110 en 1996 (con Airtel) valía 93.000 pesetas (se me hace raro escribir pesetas) unos 560€. Un iPhone 4S libre en Apple vale 599€.
Los ordenadores, en cambio, los encuentro mucho más económicos hoy en día (sin entrar ya en la abismal diferencia de prestaciones).
Desde la versión 4.3 de iOS (el sistema operativo del iPhone, iPod Touch y iPad) es posible compartir la conexión a Internet (siempre que el operador lo permita) de una manera muy sencilla. No hay más que ir a “Ajustes “– “Compartir conexión” y activar la opción.
En ese momento pregunta cómo queremos compartir (Wifi y Bluetooth o solo USB). En este segundo caso es posible hacer que un portátil o fijo acceda a Internet usando el iPhone como modem usando el cable USB. El único requisito es tener instalado iTunes en el ordenador (aunque no esté configurado ni sincronizado con el iPhone).
En el iPhone 4 y 4S se puede activar compartir la conexión por Wifi. De esta manera el Smartphone se convierte en un punto de acceso inalámbrico con la clave que figura en pantalla. Los demás equipos que quieran acceder no tienen más que conectarse a esa nueva wifi que aparece e introducir la contraseña indicada.
Es posible también permitir que otros dispositivos (con iOS 4.3 o superior) tengan acceso a Internet usando el Bluetooth de forma nativa y con el visto bueno por Apple. En el caso del iPhone 3GS es, además, la única manera si no se quiere usar el cable USB.
Para ello los pasos son los siguientes (en este ejemplo se comparte la conexión con un iPad Wifi):
Las estadísticas indican que más de un 90% de los usuarios de Internet en España utilizan Google como buscador. Para localizar una cierta página no hay más que introducir una palabra o palabras, darle a buscar y Google nos devolverá los resultados.
Los demás apartados (imágenes, vídeos, noticias, etc.) funcionan de igual manera. Se introduce la consulta y se le da a la lupa. Es muy cómodo para encontrar imágenes o fotos sobre ciertos temas (aunque por supuesto no se pueden usar libremente, hay que prestar atención al copyright de cada una).
Una opción menos conocida permite “buscar por imagen”, es decir, en lugar de introducir una palabra o palabras subimos una imagen a Google para buscarla en Internet. De esta manera los resultados son más exactos.
Estamos muy acostumbrados a ver en Twitter RT como abreviatura de retuit en los casos en los que el autor opta por retuitear editando el tuit (cosa que no se puede fácilmente hacer en la web, por cierto), es decir, añadiendo (o no) un comentario personal. En mi opinión siempre es muy recomendable aportar nuestro toque de información al redifundir el mensaje.
Como una alternativa a RT existe MT, que tiene un significado similar (Modified tweet o tuit modificado) y con él el autor nos indica que, por cuestiones de extensión u otras, ha modificado el contenido del tuit original para que quepa o hacerlo más atractivo o interesante, sin variar en esencia el contenido del mensaje original ni su autor.
Recordemos que es una buena costumbre intentar que como mucho un tuit tenga una longitud máxima de 120 caracteres de tal forma que quede sitio para los comentarios y retuits posteriores.
Al visitar una página dejamos un rastro que los distintos sistemas de estadísticas web suelen registrar: desde dónde nos conectamos, con qué navegador, cómo llegamos ahí, cuánto tiempo estamos, qué visitamos, etc.
Uno de los más populares es Google Analytics (por ser gratuito y muy completo, integrarse muy bien con AdWords y estar en constante evolución –ya se puede usar totalmente desde el iPad por ejemplo). Uno de mis informes favoritos es el de “Proveedores de Servicios”. En él se puede ver qué operador de red (Movistar, Jazztel, etc.) utilizan los visitantes de la página para acceder a Internet y suele tener datos muy curiosos, ya que a veces las conexiones identifican a la empresa titular.