Día tras día vemos cómo nuevos aparatos de última tecnología irrumpen en nuestra vida cotidiana. En muchos casos son versiones mejoradas de algo ya existente y provocan que lo anterior sea desechado o visto como antiguo, con lo que su producción se reduce hasta desaparecer como respuesta a la decreciente demanda.
A todos nos vienen a la mente cientos de ejemplos, por citar algunos tenemos los discos o casetes que fueron sustituidos por los CDs y posteriormente por ficheros en formato MP3 (ó similares) como soportes de música. Del súper8 (y anteriores) se pasó al VHS, DVD y ahora se intenta imponer el Blu-Ray para reproducir vídeos.
Si ha actualizado recientemente Windows (de manera manual o automática) seguramente tenga en su escritorio un icono llamado “Selección de Explorador” y, además, en alguna ocasión se le haya abierto una ventana (con un aspecto bastante “raro” por cierto) afirmando que un explorador es un elemento importante del sistema e invitándole a seleccionar uno de entre varias opciones.
A algunos usuarios esta pantalla les ha alertado y sobresaltado ya que en primera instancia tenía todo el aspecto de ser un virus o, al menos, un programa malicioso. Todo lo contrario.
Internet se ha convertido por méritos propios en una herramienta de comunicación y difusión global de la información prácticamente insustituible, si bien no todos los contenidos son para todos los públicos.
Los especialistas en protección de menores recomiendan instalar sistemas de control paterno en los ordenadores (existen varios en el mercado que cumplen su cometido), de tal manera que los padres limiten con una clave las páginas a las que los niños pueden acceder (si es posible restringir la navegación a un conjunto limitado de webs). En caso de que no sea factible esta opción por cuestiones prácticas (para no tener que estar continuamente autorizando nuevos accesos), se pueden configurar estos programas para que bloqueen automáticamente webs inapropiadas en función de sus contenidos, aunque para ello se basan en la clasificación que realizan entidades independientes que no siempre han emitido un veredicto sobre todas las páginas.
Últimamente se está empezando a oír en los diferentes medios el término de realidad aumentada. Como en muchos casos, no es algo nuevo, existe desde hace años y se emplea en sectores especializados como la aeronáutica por ejemplo, pero poco a poco comienza a llegar al gran público gracias a los continuos avances tecnológicos.
¿Quién no se ha imaginado alguna vez lo bien que se estaría sin tener tantos (antiestéticos) cables por todas partes? Detrás de la televisión, con los euroconectores, enchufes de TDT, DVD, etc. lo que suele haber es una auténtica maraña de cables que misteriosamente siempre tienden a entrelazarse, llenarse de polvo y liarse más y más. Con el ordenador de sobremesa pasa más o menos lo mismo: para alimentación del PC y pantalla, impresora, etc. Una “madeja” que solemos esconder entre la mesa y el ordenador.
La tecnología nos está permitiendo acceder a posibilidades hasta hace poco impensables. Hace unos años ¿quién nos iba a decir que tendríamos un completo sistema de navegación en el coche?, ¿que podríamos visitar una página en Internet desde la que poder visualizar imágenes de satélite de nuestra ciudad (e incluso recorrer sus calles y reconocer tiendas y vehículos aparcados)?, ¿que podríamos compartir en segundos las fotografías recién hechas (sin necesidad de revelarlas) con nuestros amigos de Australia sin tener que mandarlas por correo postal y esperar a que llegue la carta? ¿Y que si nos apetece escuchar una canción, podemos descargarla en cuestión de minutos, copiarla a nuestro MP3 y disfrutarla sin levantarnos del sillón? Son hechos que ya vemos como cotidianos pero que hace unos años eran pura ciencia ficción.