Existen muchas webs y apps para los móviles y tabletas (con Android, Windows Mobile, o iPhone/iPad) que permiten medir la velocidad de conexión, tanto Wifi como por 2G/GPRS/3G/4G/LTE/4,5G y posteriores.
Son muy prácticas cuando parece que Internet va lento, ya que permiten hacer un diagnóstico de la velocidad de acceso y detectar posibles incidencias en el servicio.
Eso sí, conviene usarlas con cuidado y moderación para evitar “sustos” como el que me ocurrió a mí hace unos días, que agotó mi cuota de datos y disparó el consumo, lo que provocó un incremento sustancial en la factura por el exceso.
Tras analizar lo ocurrido, es lógico, pero escribo esta entrada para evitar que esto mismo le pase a otra persona (a nadie le gusta quedarse sin datos y, menos aún, tener que pagar un extra como fue mi caso).
¿Qué pasó exactamente?
Mientras los smartphones tengan una batería de capacidad tan limitada como los actuales, que con un uso intensivo puede que no lleguen a un día sin necesidad de volver a cargar, hay que intentar racionalizar su uso y uno de los recursos que más energía consume es el chip de radio de datos móviles (tener los datos desactivados hace que tengamos que utilizar el cargador mucho más tarde).
Por otra parte, las tarifas de datos móviles también son limitadas. ¿Cómo aprovecharlas mejor al usar Facebook, Twitter, WhatsApp, Google+ e Instagram en el iPhone, iPad, iPod touch y Android?
Hasta los smartphones de gama alta más avanzados siguen teniendo el problema de que la batería dura poco, muy poco. Contra eso poco podemos hacer y debemos contar con que al final del día o por la noche habrá que cargarlos de nuevo (si no antes).
En ocasiones uno está de viaje o simplemente fuera de casa o la oficina y necesita que el móvil esté operativo el mayor tiempo posible pues no se va a tener acceso prolongado a un enchufe (puntualmente se puede recargar –aquí dos trucos para que lo haga más rápido– aunque mi recomendación es siempre hacerlo en ciclos completos de carga y descarga). Para estos casos yo suelo hacer siempre lo siguiente:
¿Cuál es el problema? Apple tiene una aplicación que los programadores usan para desarrollar programas (Xcode). En su última versión exige ya que el sistema operativo del iPhone/iPad/iPod sea iOS 4.3 o superior, es decir, dejan fuera el iPhone 3G y anteriores (que solo se pudieron actualizar a la versión de iOS 4.2.1). Esto quiere decir la versión de WhatsApp (o de cualquier app) que se puede comprar y descargar hoy en la App Store y las actualizaciones solo son válidas para el iPhone 3GS y posteriores. Hasta ahí no habría ningún problema para los que tenga un iPhone 3G con el programa instalado, salvo que desde WhatsApp van progresivamente impidiendo que las versiones más antiguas de la aplicación sigan usando el servicio.
¿Qué hacer?
El otro día estuve releyendo una revista de mediados de 1995. En ella se describía cómo acceder a Internet por aquella época. Había pocos proveedores y las conexiones eran lentas (módems de 14.400 bps frente a una ADSL actual de 1 Mbps=~ 1.000.000 bps) y “caras” (descargar un programa de pocos “megas” podía llegar a costar del orden de 15.000 pesetas, a lo que sumar el coste de las “llamadas a Internet” que eran sólo locales si se vivía en Madrid o Barcelona).
No sé ustedes, pero yo me he sentido ofendido por la última campaña publicitaria de uno de los operadores de telefonía móvil estas navidades al verme ahí identificado. Por si no la recuerdan, les comento que presentan a un padre al que se le reprocha –su perro, su hijo,…- (e incluso agrede un supuesto rey mago con una barra de caramelo) no haber comprado uno de los “fantásticos” terminales 3G “a partir de” 9 euros. Como razones exponen que con ellos podrá hacer videollamadas, ver los goles de la jornada, vídeos de una cadena de música o la TV en el móvil, descargarse miles de juegos… Y digo yo ¿Y por qué se insulta a este pobre hombre, insinuando incluso que es incapaz de resolver el problema de matemáticas de su hijo de 7 años, simplemente porque no quiere comprar algo con unas funciones que le resultan perfectamente inútiles y por las que encima tendrá que pagar un ojo de la cara? –que nadie se crea que ver la TV en el móvil es gratis, y lo mismo vale para las demás servicios de descarga-. ¿Acaso se le divide a uno el coeficiente intelectual por dos si no se deja el sueldo en la factura de móvil?