La persona que realiza un envío de un boletín por correo electrónico espera y desea que los destinatarios lo lean. Así de sencillo. Hay ciertos detalles que pueden hacer que el mensaje sea borrado nada más recibirlo y otros que aumentan las probabilidades de que sea leído y que, por tanto, cumpla su objetivo.
La verdad es que muchos de ellos son cuestión de lógica y sentido común.