Un aspecto que a menudo se pasa por alto en la conversación sobre sostenibilidad es el impacto ambiental de nuestras actividades en línea y dispositivos.
La reproducción de vídeos en streaming, la televisión bajo demanda por Internet, el uso de plataformas digitales y redes sociales conllevan un consumo significativo de energía, pero eso no aparece en las noticias ni en los grandes titulares que sí condenan (con parte de razón, no lo niego) los coches de gasolina o diésel, por poner algunos ejemplos frecuentes.
La sostenibilidad y la ecología son conceptos de moda. Vivimos en un mundo cada vez (afortunadamente) más consciente de los desafíos ambientales y eso es algo que aplaudo y defiendo, la pregunta que me surge es si nuestras acciones como sociedad están impulsadas por la verdadera ecología, es decir, por la preocupación genuina por la salud del planeta y de los que vivimos en él, incluyendo animales y personas, o si en realidad obedecen a una forma de egología, un enfoque egoísta de la sostenibilidad.
En este artículo recojo algunas reflexiones que, en mi opinión, plantean dudas sobre la autenticidad de algunas acciones supuestamente «ecológicas» .