Al escribir un contenido, tanto en blogs como en grandes medios o incluso en redes como Facebook, Twitter, etc., es habitual inspirarse, investigar y contrastar información en Internet.
Hoy en día hay muchos y muy buenos blogs de calidad sobre muy diferentes temáticas, superando en ocasiones a publicaciones de gran difusión.
A raíz de unos hechos que me han ocurrido estos días ha me ha recordado lo que ocurrió el pasado, me ha surgido la siguiente reflexión:
¿Cuándo se deberían citar las fuentes? ¿Es un signo de debilidad hacerlo?
Desde pequeños nos enseñan que para aprender o conocer algo lo mejor es preguntar, máxima que empleamos a lo largo de toda nuestra vida. Con el fin de asegurarme que la respuesta recibida es “la correcta” y sobre todo cuando se tratan temas complicados como ofertas de telefonía móvil o fija, condiciones de contratación de servicios de todo tipo, etc. soy partidario de emplear un “truco” (muy elemental, no crean que he descubierto la pólvora) que explico en los siguientes párrafos.
El concepto de “Base de Datos” ha existido desde siempre, cualquier colección de información susceptible de ser consultada puede ser considerada como tal, pero sólo en los últimos años y acompañadas por los continuos avances tanto en equipos informáticos hardware como en programas software, las bases de datos y las herramientas para manipular la información almacenada en ellas han realizado progresos espectaculares.