En los últimos años hemos visto como nuevos servicios, que hasta entonces considerábamos casi como patrimonio exclusivo de la ciencia ficción, entraban en nuestras vidas. Es el caso de la televisión digital, el “pay per view” o pago por visión de eventos deportivos y películas, las videoconferencias con sonido e imagen en movimiento, navegar por una red mundial llamada Internet donde se puede encontrar virtualmente de todo y a través de la cual podemos acceder a un número creciente de servicios cada vez más útiles, cómodos, multimedia e interactivos como banca electrónica, reserva de entradas de cine y billetes de avión, juegos en red usando un ordenador o una moderna consola contra adversarios que quizá estén en las antípodas y un larguísimo etcétera. Otros están todavía por venir, por ejemplo el vídeo bajo demanda (equivalente a elegir una película en un videoclub pero sin salir de casa), televisión interactiva, telemedicina (intercambio de información médica), televigilancia (ubicar una o varias cámaras en un determinado lugar, por ejemplo una obra o una fábrica, y enviar por Internet estas imágenes en movimiento -restringiendo su visualización sólo al personal autorizado- para poder monitorizar desde cualquier parte del mundo lo que ocurre delante de las cámaras con un coste realmente bajo), interconectar distintas oficinas de una misma empresa separadas geográficamente para que puedan compartir ficheros y recursos sin emplear (costosas) líneas dedicadas, etc.
En muchas películas se presenta el hogar del futuro como lleno de robots que nos ayudan a pasar la aspiradora, limpiar la casa o incluso preparar la comida. Estamos en el año 2003 y de momento parece que las cosas no van por ese camino. Salvo un proyecto de una importante empresa japonesa de fabricar mascotas electrónicas-robot (que de momento y en España, por lo que yo sé, no tiene demasiada aceptación todavía) la tendencia general es a crear lo que llaman “hogar inteligente”.
Cada vez es más difícil no encontrar una ‘dirección web’ (las típicas direcciones www. que están por todas partes) y un email como una posibilidad más para contactar con una empresa, independientemente de su tamaño y sector de actividad.
Internet nace en la década de los 70 pero empieza a ser conocida por el gran público a finales de los 90. A pesar de su relativamente corta vida entre nosotros ha sabido hacerse un merecido hueco como forma de comunicación e información, adelantando en muchos casos por velocidad, comodidad y economía a las clásicas consultas telefónicas a la hora de localizar lo que buscamos.