Se abre el telón y los focos (y miradas) se centran en él: es una persona famosa en su campo gracias a Internet y las redes sociales (sin ser cantante, deportista, actor, político, etc…).
En cualquier caso, muchas personas conocen su nombre y lo que hace. Le admiran. Han visto sus tuits/artículos/vídeos/publicaciones en Facebook/LinkedIn/fotos/artículos del blog/… (táchense los que no procedan, si es que hay varios).
Es innegable que Internet y las diferentes plataformas web y redes sociales permiten a cualquier persona llegar, de manera potencial, a una audiencia millonaria. Los youtubers, bloggers, twitchers, viners y similares son un buen ejemplo.
Hoy en día es más fácil convertirse en famoso o “referente” (incluso por accidente) sin necesidad de aparecer en televisión o en los medios de comunicación «tradicionales».
Pero, ¿qué pasa cuando se apagan las luces y el “famoso” vuelve a su casa?
¿Cuánto cuesta esa visibilidad?, ¿qué aporta realmente? y ¿va acompañada de grandes ingresos?
Para estar al día (y por otras muchas razones), es muy recomendable crear alertas en Internet y así mantenerse enterado lo antes posible de todo lo que ocurre sobre un cierto tema o lo que se dice en referencia a algún término, marca, persona, (incluso nosotros mismos, el egosurfing que comentaba en “O eres diferente o eres barato”), etc.
Personalmente las utilizo desde hace más de una década y aunque Google Alerts es una buena opción, a veces no me avisa de ciertos datos que aparecen en Internet.
Para una marca o un profesional, es fundamental monitorizar su reputación en general y en Internet en particular. Talkwalker tiene un sistema gratuito de alertas que funciona muy bien y otro de análisis de presencia en medios sociales que rastrea la web para encontrar lo que se dice sobre una marca, nombre o hashtag.