Vivimos en una sociedad cada vez más hiperconectada en la que, gracias a la tecnología, podemos hacer más y más cosas en cualquier lugar pero, curiosamente, tenemos menos tiempo para hacerlas. “No tengo tiempo” parece haberse convertido en un mantra para muchas personas.
Estamos rodeados de dispositivos que continuamente están haciendo ruiditos por las incesantes notificaciones de WhatsApp, correos electrónicos, avisos de redes sociales y otras aplicaciones. Queremos estar informados de todo y saber qué ocurre inmediatamente y también responder tan rápido como sea posible, casi como si participásemos en un concurso.
Tenemos la sensación de que, sobre todo pensando en el ámbito laboral, responder rápido demuestra dedicación, seriedad, fiabilidad y, en general, que somos buenos profesionales. En parte es cierto (no voy a negar que tener una respuesta a una consulta que envío en un breve plazo me gusta) pero, por otra parte, poco a poco empezamos, incluso inconscientemente, a exigir esa rapidez en las contestaciones y ya no las vemos como algo bueno sino algo normal y, la no-inmediatez como algo malo.
Si nos paramos a pensar tan solo unos segundos en cómo ha cambiado nuestra forma de poder comunicarnos en los últimos años (y me refiero a tan solo tres o cuatro) no solo con las demás personas sino también con los aparatos electrónicos, estoy seguro de que más de uno se va a sorprender.
¿Hemos tocado techo? En absoluto. Me atrevería a decir que no estamos más que en los albores de la prehistoria digital y que queda mucho camino por delante. En este artículo planteo algunas tendencias que, casi seguro, tendremos muy pronto entre nosotros como algo más que habitual y lo que creo que será el mayor cambio.
Hace algo más de un año que comenzó la tendencia de dejar de subvencionar terminales por parte de las grandes empresas de móviles en España. Las cuentas, aparentemente, no les cuadraban. A lo largo de los meses han ido, poco a poco, mejorando las tarifas a sus clientes para ser más competitivos mientras ofrecen pagar a plazos los terminales, pero esto no está evitando una fuga masiva de clientes a los OMV (Operadores Móviles Virtuales) ya que éstos tienen precios muy atractivos.
Los móviles, y, en concreto, los smartphones o teléfonos avanzados son cada vez más populares a pesar de su elevado precio.
Hasta hace unos meses, los principales operadores en España subvencionaban la adquisición de los terminales con la particularidad que las ofertas realizadas eran más o menos personalizadas, lo que generaba un auténtico regateo de precios cuando finalizaba el contrato de permanencia para renovar.
El verbo ahorrar en el diccionario de la RAE tiene varias acepciones. En este artículo me centraré en la tercera:
3. tr. Evitar un gasto o consumo mayor
En España hay desde hace años más líneas de móviles que ciudadanos y, según distintos estudios de consumo, la factura del móvil juega un papel destacado en las economías de las familias. En estas pocas líneas obviamente no voy a dar una receta mágica para adelgazar todas las facturas pero sí trazaré unas indicaciones que en base a mi experiencia y reflexiones conviene tener presente.