WhatsApp, con más de 1.000 millones de usuarios activos al mes y 50.000 millones de mensajes al día, está tan difundido entre los usuarios de smartphones que se ha convertido en el sistema de mensajería preferido para mantenerse en contacto con amigos, familiares e, incluso, en entornos profesionales, con proveedores y clientes.
Además de clásica forma de comunicarse de uno a uno, WhatsApp permite enviar mensajes a varios destinatarios y para ello cuenta con dos opciones: los grupos (con el límite de 256 usuarios) y las listas de difusión (con un máximo de 256 destinatarios).
¿Qué implicaciones para la privacidad conlleva usar cada una de estas alternativas?
Aunque existen bastantes sistemas de mensajería instantánea multiplataforma como Line, WeChat, Blackberry Messenger, Google Hangouts, etc., WhatsApp continua siendo el programa más utilizado con diferencia. Son pocos los smartphones que no tienen esta app instalada, a pesar de haber sido protagonista en el pasado reciente (y no tan reciente) de numerosas noticias sobre lo vulnerables y poco seguros que son sus sistemas. También fue muy cuestionada la política de privacidad de la empresa.
Como, pese a todo, se sigue empleando de forma generalizada (incluso ya se recomienda usar el verbo wasapear), nosotros, como usuarios, no podemos hacer más que intentar extremar las precauciones. En este artículo se recogen algunos consejos para cuidar la privacidad y, de esta manera, evitar posibles sorpresas desagradables y se indican algunas opciones de configuración relacionadas que están un poco escondidas, detallando dónde cambiarlas en un iPhone, en un teléfono con Android, en una BlackBerry, en un smartphone con Windows Phone (por ejemplo Nokia Lumia) y en móviles Nokia con Symbian.
En muchas ocasiones, por no decir siempre (y más todavía en el mundo de la tecnología), aparecen nuevos conceptos, palabras y verbos que no tienen un equivalente directo en español. La consecuencia inmediata es que durante un tiempo se utiliza la forma idéntica a la del idioma original y, como no hay una norma reconocida, empiezan a aparecer variaciones.
En el momento en el que la Real Academia de la Lengua (RAE) incorpora alguna de las versiones al diccionario, ésta se convierte en la oficial y la que se debe utilizar, pasando a ser las demás alternativas, normalmente, formas incorrectas. En este proceso están palabras como wasapear o tuitear.
A pesar de la aparición de otros sistemas de mensajería como Telegram, Line, WeChat, iMessage, Blackberry Messenger, Google Hangouts y un largo etcétera, lo cierto es que WhatsApp sigue siendo el rey indiscutible en este campo y es difícil hoy en día encontrar a alguien con un smartphone sin esta app.
El otro día, hablando de este tema con un amigo, descubrimos que desconocía unas opciones interesantes de la aplicación y por eso las comparto también en el blog, indicando dónde configurarlas en un iPhone, en un teléfono con Android, en una BlackBerry y en un smartphone con Windows Phone. En esta otra entrada los complemento, describiendo 10 consejos prácticos para mejorar la privacidad de WhatsApp y hay que tener cuidado con que no nos suspendan la cuenta de WhatsAp (causas y solución).
¿Cuál es el problema? Apple tiene una aplicación que los programadores usan para desarrollar programas (Xcode). En su última versión exige ya que el sistema operativo del iPhone/iPad/iPod sea iOS 4.3 o superior, es decir, dejan fuera el iPhone 3G y anteriores (que solo se pudieron actualizar a la versión de iOS 4.2.1). Esto quiere decir la versión de WhatsApp (o de cualquier app) que se puede comprar y descargar hoy en la App Store y las actualizaciones solo son válidas para el iPhone 3GS y posteriores. Hasta ahí no habría ningún problema para los que tenga un iPhone 3G con el programa instalado, salvo que desde WhatsApp van progresivamente impidiendo que las versiones más antiguas de la aplicación sigan usando el servicio.
¿Qué hacer?
Los móviles, y, en concreto, los smartphones o teléfonos avanzados son cada vez más populares a pesar de su elevado precio.
Hasta hace unos meses, los principales operadores en España subvencionaban la adquisición de los terminales con la particularidad que las ofertas realizadas eran más o menos personalizadas, lo que generaba un auténtico regateo de precios cuando finalizaba el contrato de permanencia para renovar.